Anotaciones Ejercicios de pensamiento ilustrado
Con su música y sus diferentes manifestaciones, David Byrne tiene acostumbrados a sus seguidores a ser un artista inclasificable a nivel estético, siempre listo para probar nuevos elementos y para disruptir su propio canon desde adentro.
En el plano literario, es reconocido por sus dos últimos grandes éxitos:
Cómo funciona la música (2012), un ensayo revelador sobre el carácter antropológico de nuestro vínculo con el sonido organizado; y Diarios de bicicleta (2009), un conjunto de crónicas viajeras con las dos ruedas como motor mecánico y espiritual. Ningún elemento presente en esos dos títulos tiene algo que ver con
Arboretum.
Si en su última gira como músico, Byrne logró deconstruir la idea de show en vivo para desarrollar American Utopia, su 10º álbum solista, como un espectáculo teatral de vanguardia, en este caso lo que se rompe –o se pone en consideración– es el propio formato libro.
Arboretum es un compendio de dibujos, diagramas conceptuales y desafíos mentales trazados en papel a lo largo de varios años. El conjunto reunido y explicado por el propio artista alcanza para darle forma a un experimento tan desconcertante como particular: un cuaderno de anotaciones fascinantes, con algo de delirio y aspiraciones de cientificidad en la mezcla y un particular sentido del humor como telón de fondo.
Así, el contacto con los esquemas gráficos desarrollados por el pensamiento de Byrne puede ser inspirador, gracioso o simplemente incomprensible, según el caso. Sea como sea, es inevitable sentir una aproximación al universo creativo de un artista que, ante todo, encuentra en lo desconocido –y en su entorno- una suerte de piedra filosofal que guía su instinto artístico y conceptual.
Juan Manuel Pairone
Por eso, y más allá de su origen íntimo, casi meditativo, Arboretum puede funcionar en varios niveles: como motivación y punto de partida o como descanso visual; como ejercicio interpretativo y como disfrute puramente estético. No hay instrucciones que dirijan la interpretación y ahí está buena parte del chiste. Desde esa polisemia, el libro revela un atractivo que supera su condición de producto casi artesanal confeccionado con delicadeza. Se trata otro de los experimentos de este artista total en el que se ha convertido Byrne. Algo que parece una cosa pero también puede ser otra, o muchas otras.
Aunque la publicación original es de 2006, las ilustraciones tienen un aire lúdico y un trasfondo filosófico que las vuelve atemporales, como si hubieran sido dibujadas ayer o hace una década. Son lo que son: esquematizaciones, apuntes, mental work in progress. Otra manifestación de ese flujo creativo que ya es casi una denominación de origen. Y un recordatorio para seguir de cerca cada nueva ocurrencia que sale de la cabeza de su autor.