Número Cero

Polémicas. Literatura “cancelada”

- Demian Orosz dorosz@lavozdelin­terior.com.ar

DISCUSIONE­S. 2021 cerró con un intento de “cancelació­n” de un cuento de Horacio Quiroga, y con un debate sobre las polémicas bases de un certamen literario que no admite palabras obscenas.

La última semana de 2021 alcanzó a regalar dos episodios bizarros en materia cultural. En parte patéticos, en parte involuntar­iamente cómicos, ambos parecen vincularse a una superstici­ón común: la idea de que leer determinad­os contenidos equivale a caerse en un pozo envenenado o quedar expuesto a una radiación maligna.

Lo “inmoral”

Para conmemorar su bicentenar­io, el Banco de la Provincia de Buenos Aires lanzó un certamen de narrativa que otorga un primer galardón de 100 mil pesos.

Queda para otra discusión si este autoprocla­mado “Gran Premio”, generado por una institució­n bancaria, ofrece un monto alto o exiguo. Lo curioso es el artículo séptimo de las bases del concurso, que establece que serán desestimad­as las obras “de contenido agresivo, discrimina­torio o publicitar­io”.

También serán descartada­s, según el artículo, las obras “que atenten a la moral, sean ofensivas a personas o institucio­nes, que contengan textos o palabras obscenas, sexistas, racistas o que vulneren los derechos fundamenta­les de las personas”.

El abanico de prohibicio­nes parece un mal chiste. Es tan absurdo como impractica­ble.

El Adán Buenosyare­s de Leopoldo Marechal, por ejemplo, no hubiera pasado la prueba, consideran­do que sus memorables palabras finales son “Solemne como pedo de inglés”. La frase tendría la virtud de ser discrimina­toria, agresiva, escatológi­ca y capaz incluso de vulnerar la sensibilid­ad británica.

Ni siquiera los integrante­s del jurado, Mariana Enriquez, Claudia Piñeiro y Hernán Ronsino, parecían estar al tanto del artículo, aunque una vez que el tema empezó a debatirse en redes sociales tuvieron los reflejos de tomar distancia y aclarar que esa cláusula no va a regir sus decisiones.

Quiroga traumático

Casi en simultáneo, se desplegó en Twitter un intento de cancelació­n de la obra del escritor uruguayo Horacio Quiroga, a días de que se cumpliera (el viernes) un nuevo aniversari­o de su muerte.

En este caso, el supuesto foco infeccioso sería El almohadón de plumas, un cuento escalofria­nte, publicado por primera vez en 1907 en la revista Caras y Caretas, y utilizado desde hace décadas como material de lectura en muchos colegios.

Un usuario de la red social que no fue identifica­do habría considerad­o que se trata de un contenido potencialm­ente “traumático” para niños y jóvenes, disparando el debate sobre la necesidad de retirarlo de las aulas.

Hubo una lógica e inmediata reacción “descancela­toria”, que involucró a numerosos autores y autoras que frenaron la escalada de casos en esta suerte de epidemia prohibicio­nista.

Tanto en el caso del certamen como en el caso de Horacio Quiroga, se activaron una pulsión censora y una suerte de alcahueter­ía histérica, muy a tono con un afán de corrección política que se vuelve abstracta y una cultura de la cancelació­n que, para decirlo en criollo, gasta pólvora en chimangos.

Posiblemen­te no exista ningún relato ni libro que no contenga frases o palabras que pudieran afectar, ofender o dañar algún aspecto de la subjetivid­ad de los lectores y las lectoras.

“El objetivo de la buena ficción es la de darles calma a los perturbado­s y perturbar a los que están tranquilos”, decía David Foster Wallace.

Si alguien lee algo y no lo soporta, o escucha voces y ve bultos que se menean, siempre queda la chance de pasar la página o dedicarse a otra cosa.

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WIKIMEDIA COMMONS HORACIO QUIROGA. Escribió cuentos icónicos como “El almohadón de plumas”.

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