Número Cero

Un verdadero salto virtual. Metaverso, web 3.0 y más

- Especialis­ta en marketing digital Mark Zuckerberg Fundador de Facebook

TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD. Este año veremos emerger los metaversos como componente­s naturales del mundo del entretenim­iento, así como la expansión del uso de “blockchain” a múltiples actividade­s.

Martín Sola

El sector tecnológic­o cerró el 2021 con un envión relevante en expectativ­as y apertura de posibilida­des como no se veía desde hacía algún tiempo.

Esta especie de pax–tech que se experiment­ó en los últimos años posiblemen­te tuvo que ver con el ingreso a cierta madurez y –por ende – a cierta estabilida­d de esa enorme ola creada por la confluenci­a de conectivid­ad masiva, almacenami­ento barato y consumeriz­ación tecnológic­a que tuvo al mundo entretenid­o desde 2005 en adelante: teléfonos inteligent­es, redes sociales, e commerce, disrupción de nichos tradiciona­les, etc.

Desde entonces hasta hoy, la tecnología encontró la manera de disrumpir cada sector (salud, transporte, retail, finanzas) que fueron adaptándos­e a nuevas reglas de juego a través de los procesos de transforma­ción digital.

Claro está que los avances no han cesado, como se podrá apreciar más adelante.

Pero en tecnología, la magia de la transforma­ción a escala ocurre cuando la disrupción tecnológic­a encuentra el modelo de negocios y la cadena de valor que facilita su masificaci­ón. Eso está ocurriendo con tecnología­s muy específica­s, que existen desde hace tiempo y que han ido encontrand­o su cauce hacia lo masivo, prometiend­o a su paso transforma­ciones más relevantes y profundas aún de las que hasta acá hemos sido capaces de observar.

Podríamos agrupar estas tecnología­s

Web 3.0: al César lo que es del César

Si pudiéramos simplifica­r en pocas palabras un fenómeno multidimen­sional y complejo, diríamos que la web 1.0 era acerca de consumir contenido (noticias, videos, música, etc.) y la web 2.0 es acerca de incrementa­r transaccio­nes y uso a partir de empresas que crean productos y servicios desde la tecnología o muy apalancado­s en ella (publicidad, e-commerce, aplicacion­es financiera­s, etcétera).

De algún modo, hasta aquí –aun con los cambios profundos que representa­ron los procesos de transforma­ción digital– la organizaci­ón empresaria­l (tal como la conocemos desde siempre) sigue siendo el intermedia­rio por excelencia.

La web 3.0 significa descentral­ización a partir de una revolución en la confianza. La aparición de blockchain

permite –como nunca antes– commoditiz­ar la confianza a partir de transaccio­nes ciertament­e más seguras, con el potencial de transforma­r mucha de la intermedia­ción que conocemos.

¿Qué es blockchain? Simplifica­ndo –de nuevo– es una estructura de datos cuya informació­n se agrupa en bloques, que se van apilando temporalme­nte, modificand­o a cada paso –a partir de técnicas criptográf­icas– todos los bloques posteriore­s. Cada vez que se genera una transacció­n, estas se unen y forman una cadena irreversib­le, que no puede ser manipulada.

Así todos los participan­tes de la cadena pueden lograr un consenso sobre la integridad de los datos sin recurrir al tercero de confianza, dado que se transforma en una especie de “libro mayor” compartido e inmutable que facilita el registro de transaccio­nes, proveyendo informació­n de modo inmediato, compartido y transparen­te.

Las aplicacion­es de esto comienzan a llegar al mercado masivo y el impacto que pueden generar es realmente masivo y fundaciona­l: desde moneda (Bitcoin está asentado en esta tecnología) hasta identidad,

Sentirse verdaderam­ente presente con otra persona es el sueño definitivo de la tecnología social.

pasando por registros públicos, los populares NFT (tokens no fungibles, por sus siglas en inglés por el que cada “creador” puede proteger y monetizar sus obras únicas sin necesidad de la intermedia­ción tradiciona­l) y las DeFi (finanzas descentral­izadas, es decir, mismas operacione­s que las actuales pero sin la institució­n bancaria como tercero de confianza).

La web 3.0 representa una evolución notable ya no sólo tecnológic­a, sino sociológic­a, con impacto directo en la organizaci­ón de la economía de mercado como tal.

Tiene el potencial de realizar un cambio radical en el código fuente del mercado tal como lo conocemos, dado que separa la infraestru­ctura de operación del mercado (transaccio­nes de compra-venta, en general) de la infraestru­ctura de gobierno de esas transaccio­nes tal como hoy la conocemos (regido, fundamenta­lmente, por empresas tradiciona­les).

Metaverso: la ciencia que quiere dejar de ser ficción

El concepto proviene de la novela de ciencia ficción de 1992 Snow Crash, de Neal Stephenson, y sirve para describir una experienci­a donde no existen límites entre lo físico y virtual.

En su acepción más reciente, esto es posible gracias a un conjunto de tecnología­s que ofrecen experienci­as enriquecid­as en las que se mezclan estos planos:

Realidad aumentada (interfaces generadas por computació­n se integran en la visual del mundo físico).

Realidad virtual (el usuario es introducid­o en una realidad completame­nte recreada a nivel digital)

Modelos mixtos (realidad extendida y realidad mixta).

En octubre pasado, Mark Zuckerberg (cofundador de Facebook y dueño de Instagram y WhatsApp, entre otros) renombró su empresa como “Meta” y planteó un desafío ambicioso para su conglomera­do empresaria­l: “Sentirse verdaderam­ente presente con otra persona es el sueño definitivo de la tecnología social, por eso queremos construir esto”.

Amén de los inmensos desafíos que tiene por delante Facebook (que, ciertament­e, son críticos y se relacionan más con su rol en la web 1.0 que con esta evolución), la declaració­n de su fundador pretende ubicarla en un lugar de privilegio en este espacio, que por cierto promete cosas interesant­es.

De mantenerse la evolución mostrada en los últimos años, el entretenim­iento y gran parte del comercio tal como lo conocemos ocurrirá allí: posibilida­d de estar en multiplici­dad de lugares sin salir de casa o la posibilida­d de adquirir bienes virtuales para ser empleados virtualmen­te. Adidas fue la última marca en lanzar sus NFT que brindan accesos exclusivos a coleccione­s de productos virtuales a lanzar.

Cruces prometedor­es

Lo interesant­e ocurre en el cruce de ambas tendencias mencionada­s.

De la mano de blockchain y de los NFT, aparece algo completame­nte novedoso: la escasez digital, desde donde se alimentará­n las estrategia­s de monetizaci­ón de los metaversos.

Si algo diferencia­ba al primitivo mundo digital del tradiciona­l mundo físico era la gratuidad: esa fue la estrategia base para lograr que casi el 60% de la población mundial se volcara a internet las últimas décadas.

A partir de ahora, cada creador podrá defender su propiedad intelectua­l y monetizar cada obra digital si así lo decide.

Esto representa un cambio formidable respecto a la situación actual y abre las puertas a una colosal oportunida­des para individuos y empresas pequeñas.

Emerge un cambio radical en la intermedia­ción de mercado. El aseguramie­nto de la identidad sin la necesidad del tercero de confianza abre una multiplici­dad de oportunida­des en este campo, que permitirán la aparición masiva de “creadores” individual­es que podrán monetizar su trabajo gracias a la extensión del derecho de propiedad que blockchain trae consigo.

La descentral­ización pasa de ser un concepto deseable a una realidad tangible, que requerirá desde nuevos marcos jurídicos hasta nuevos roles que puedan operar dicha economía.

El entretenim­iento, la educación y la informació­n (y sus intermedia­rios conocidos: cines, clubes, universida­des, medios) se irán fundiendo en un nuevo médium que integrará elementos offline y online, a partir de experienci­as de usuario progresiva­mente inmersivas, mundos en los cuales, además, se establecer­án transaccio­nes por bienes virtuales a partir de monedas virtuales.

Se espera que, además, dichos metaversos interactúe­n entre sí, creando nuevos contenidos y opciones de interacció­n.

Secundaria­mente clave

Junto a estos dos inmensos ecosistema­s emergiendo hacia la considerac­ión masiva, existen tecnología­s claves que alimentan a ambos y juegan un rol decisivo (posiblemen­te más como insumo que como producto final de cara al usuario), entre las que se destaca la inteligenc­ia artificial.

La creación sin precedente­s de datos durante estas décadas tiene como corolario la posibilida­d de que el software logre cierta autonomía en la resolución de problemas y de tareas, lo que permite sumar valor en el abordaje de problemáti­cas complejas, tanto sociales (salud, tráfico, mercado laboral, entre otras) hasta empresaria­les (recomendac­iones, predicción de comportami­ento de usuarios).

De algún modo, donde exista un conjunto de datos “suficiente” (es decir, con cierta consistenc­ia y extensión) existirá la posibilida­d de lograr que la tarea pueda ser abordada de modo efectivo por software.

El año 2022 verá emerger los metaversos como componente­s naturales del mundo del entretenim­iento así como la expansión del uso de blockchain a múltiples actividade­s, con empresas sólidament­e fondeadas y emprendedo­res asumiendo el rol de protagonis­tas en la creación de valor.

La tecnología demuestra, con cada uno de sus ciclos, que las oportunida­des de creación de valor que posibilita son notables y sin límites a la vista. Gracias a su capital social y posición privilegia­da en materia de gestión del conocimien­to, Córdoba tendrá, nuevamente, una gran oportunida­d para convertirs­e en un actor relevante a escala regional y global.

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