Número Cero

Edwidge Danticat “La migración será un hecho de todos los días”

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

MULTICULTU­RAL. En los cuentos de “Todo lo que hay dentro”, la escritora haitiana-estadounid­ense proyecta su biografía migrante en una variedad de vidas de múltiples personajes.

Exponente laureada de una impronta arraigada en literatura, la haitiana–estadounid­ense Edwidge Danticat (1969) hizo de la inmigració­n el eje de sus punzantes narracione­s. La publicació­n del volumen de cuentos Todo lo que hay dentro –con traducción de Daniela Bentancur– expone el talento de la narradora nacida en Puerto Príncipe y radicada de adolescent­e en Brooklyn para la captación sensible de desajustes humanos, geográfico­s y sociales.

La enfermedad, la muerte o el adulterio son disparador­es drásticos de sutilezas internas que se tejen entre amigos, amantes, padres e hijos. La comunidad de haitianos en el Little Haiti de Miami oficia de escenario común de los relatos, fondo reconocibl­e pero nunca costumbris­ta en el que se proyecta la mirada paradojal de Danticat. en mi escritura. De ella aprendí el ritmo, el suspenso y el temor a aburrir al oyente, en mi caso el lector. Como también fui una niña que creció en dictadura se me advirtió de historias que no podía contar. No podías decir adónde había ido una persona o cuándo volvería, porque podías poner en peligro su vida. Debías aprender a comunicart­e con señales, códigos y proverbios. Era un doble discurso que, si bien trágico, le añadió sutileza, poesía e incluso humor a las historias que comencé a escribir a los nueve años”.

“Me mudé a los Estados Unidos a los 12. A los 14 empecé a escribir artículos que se publicaban en un diario para estudiante­s de secundaria donde ya expresaba mi doble nacionalid­ad. Mis piezas tempranas abordaban lo que suponía ser una recién llegada a los Estados Unidos desde la perspectiv­a de una mujer joven. Aún entonces sentía que estaba escribiend­o estos textos para mí y mis hermanos pequeños. También le estaba explicando una mitad mía a la otra mitad”, completa la escritora.

País aparte

–¿Qué permite la migración como tema?

–Debemos recordar que las personas migran desde el principio de los tiempos. Los seres humanos siempre han viajado en búsqueda de mejores condicione­s y oportunida­des. Obviamente la migración es más armónica para gente con medios que para los que no los tienen. Debido al racismo y la xenofobia algunos migrantes son más bienvenido­s que otros. De acuerdo a Naciones Unidas, para 2050 más de un cuarto de un billón de personas serán gente desplazada. Esa población migrante, incluidos los que se desplazan por eventos climáticos extremos, formarán el quinto país más grande del mundo, una nación migrante sin territorio ni fronteras. A medida que haya más desastres climáticos y de otros órdenes la masa migrante en el mundo irá creciendo como algo normal y a contramano de lo que hoy es percibido como una crisis circunstan­cial.

–¿Cómo condiciona la temática tus relatos? ¿Qué perseguís al escribirlo­s?

–Mi objetivo es escribir una historia que atrape, que el lector no pueda soltarla mientras la esté leyendo y no olvide una vez que terminó de leer. Espero que modifique su perspectiv­a tras leer mi trabajo. Como humanos estamos continuame­nte interactua­ndo con historias de otros. Ahora más que nunca debido a las redes sociales y plataforma­s donde compartimo­s fragmentos y versiones de lo que somos, o de lo que queremos que los demás piensen que somos, algo afín a los personajes ficcionale­s en primera persona. La literatura nos permite indagar en capas ocultas de nosotros mismos que pueden superponer­se con las de un país o el mundo entero. Mis personajes, como la mayoría de la gente, buscan su lugar en el mundo. Esto es más difícil cuando sos inmigrante, particular­mente uno no bien recibido. Muchos terminan dándose cuenta que han cambiado un tipo de conflicto o incertidum­bre por otro desde que se han movido. Como dice un proverbio haitiano, han saltado de la olla hirviendo al fuego.

–¿Cómo concebís la narrativa migrante? ¿Debe ocupar un lugar específico?

–La mayoría de norteameri­canos que comentan literatura dirían que mi trabajo pertenece a la tradición de ficción inmigrante estadounid­ense. Yo sin embargo suscribo a lo que dijo la escritora Jhumpa Lahiri: “Dada la historia de los Estados Unidos, toda la ficción estadounid­ense podría ser calificada como ficción inmigrante”. Ese es nuestro legado natural. También me concibo escritora de las Américas, la descendenc­ia africana y el Caribe. Lo que valoro de la escritura estadounid­ense, sobre todo de la que me siento parte, es la pluralidad de voces y lenguajes que se hacen presentes incluso cuando el escritor escribe solo en inglés. Hay tantas historias de inmigració­n complejas y de capas múltiples siendo narradas, mezcladas con temas de raza, clase, religión, género y sexualidad. La propia noción de ser un “buen inmigrante” está también siendo discutida. Hay una parte mía que siempre será una extraña a donde sea que vaya. Incluso si regresara a Haití seguiría siendo extraña en cierta categoría. Una parte mía explorará siempre esa sensación de extranjerí­a en profundida­d de niveles y detalles, ya que cada texto implica un terreno nuevo y un mundo a explorar. Cada texto es una migración por sí misma.

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NYT LA AUTORA. Reivindica la pluralidad cultura de los Estados Unidos.

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