A MI PROPIO RITMO
Los padres muy exigentes, en vez de estimular a sus hijos, provocan que los niños se sientan incapaces de resolver tareas por sí mismos. El miedo a equivocarse y a no estar a la altura de lo que se espera de ellos, hace que no puedan enfrentarse a cosas simples, como hacer la tarea de la escuela, y que se paralicen frente a aquello que les cuesta. Los especialistas en educación concuerdan en la necesidad de acompañar a los hijos en su ritmo de crecimiento y, en vez de plantearles metas rígidas, horarios estrictos y desafíos inalcanzables, valorar cada uno de sus pequeños pasos.