Hablemos de vitiligo
El vitiligo es una enfermedad adquirida, no contagiosa y crónica cuya evolución no puede predecirse y que tiene como consecuencia la aparición de manchas blancas en la piel por destrucción de las células que producen la pigmentación. Puede presentarse a cualquier edad, con mayor incidencia entre los 10 y 30 años, tanto en hombres como mujeres. Sin embargo, algunos estudios muestran un ligero predominio en el sexo femenino y afecta a cerca del 2 por ciento de la población mundial.
Esta enfermedad es causada tanto por predisposición genética como por disparadores ambientales. Los pacientes presentan manchas, generalmente múltiples, de distinto tamaño y distribución que aparecen frecuentemente en las áreas de mayor pigmentación y exposición al roce como la cara, axilas, labios, genitales, encías, manos, pies, codos, tobillos y rodillas.
Si bien no representa riesgo de vida, tiene consecuencias psicosociales para quienes la padecen afectando su calidad de vida e interacción social. Por ello, el correcto diagnóstico y el acompañamiento médico resultan fundamentales.
Un elevado porcentaje de los pacientes ha mostrado un aumento en la incidencia de enfermedades autoinmunes y endocrinológicas, en especial tiroideas. Vale resaltar que la hormona tiroxina, se convierte en un neurotransmisor llamado dopamina por la acción de la enzima tiroxinasa y en esa conversión se beneficia el color de la piel mediante la estimulación de melanina. Diagnosticar y tratar los desórdenes tiroideos es prioritario al momento de trabajar con un paciente con vitiligo ya que, en muchas ocasiones, son enfermedades asociadas, en especial con casos de hipotiroidismo.
Un examen clínico completo y la consulta con el especialista, ya sea dermatólogo o endocrinólogo, son los primeros pasos a fin de buscar la mejor alternativa de tratamiento para estabilizar la despigmentación y lograr recuperar el pigmento en las lesiones que presente el paciente. La mayoría de los tratamientos recomendados tienen como objetivo estimular la producción de melanina y es importante saber que son de empleo prolongado y que deben ser seleccionados tomando en cuenta las características específicas que presenta cada paciente. Entre las alternativas recomendadas se encuentra el uso de corticoides tópicos, inhibidores tópicos de la calcineurina, UVBba, PUVA, análogos tópicos de la vitamina D, fototerapia dirigida o corticoides orales.
Acompañar el tratamiento sugerido con fotoprotección para minimizar el bronceado y evitar la susceptibilidad de la piel, las quemaduras solares y apoyo terapéutico para lidiar con las causas y consecuencias emocionales de la enfermedad es fundamental. •