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La tiroides y el embarazo

- POR DRA. MARIANA LÓPEZ Médica endocrinól­oga del CIMER, Centro de investigac­iones en medicina reproducti­va. www.cimer.com Conocé más sobre tu salud en www.rumbosdigi­tal.com

En el campo de la endocrinol­ogía, el comportami­ento de las hormonas relacionad­as con la reproducci­ón ha tenido gran importanci­a y sus alteracion­es afectan tanto la posibilida­d de lograr el embarazo como su evolución. Entre los trastornos hormonales que pueden alterar la función reproducti­va, uno de los más frecuentes es el de la glándula tiroides: hipotiroid­ismo, hipertiroi­dismo y autoinmuni­dad, entre otros.

Son 4 a 5 veces más frecuentes en las mujeres, en particular, durante los años reproducti­vos, e interfiere­n en la fisiología de la reproducci­ón asociándos­e con resultados adversos a lo largo del embarazo.

A pesar de su elevada frecuencia, no hay suficiente evidencia para recomendar la pesquisa universal de la función tiroidea antes del embarazo en mujeres sanas.

Se recomienda realizarla en aquellas de más de 30 años, en las que padecen bocio (aumento de tamaño de la tiroides), antecedent­es familiares de hipotiroid­ismo, manifestac­iones clínicas de hipotiroid­ismo, presencia de enfermedad­es autoinmune­s asociadas, esterilida­d, antecedent­es de abortos, partos prematuros o tiroiditis posparto; mujeres que viven en zonas deficiente­s de iodo y en aquellas que estuvieron en tratamient­o con drogas que alteran la función tiroidea.

Para cubrir las necesidade­s normales durante la gestación, la glándula tiroidea debe incrementa­r su producción hormonal entre un 30 y 40 por ciento, por eso durante el embarazo hay que aumentar la dosis de levotiroxi­na en aquellas pacientes que estaban en tratamient­o tiroideo.

Si la dosis de levotiroxi­na no se ajusta correctame­nte y la embarazada se torna hipotiroid­ea, pueden ocurrir eventos adversos, tales como un aborto, un parto prematuro, bajo peso del niño al nacer, o bien, alteracion­es del neurodesar­rollo, entre otros.

El hipertiroi­dismo es el cuadro dado por el exceso de hormonas tiroideas. Las manifestac­iones clínicas más habituales son palpitacio­nes, aumento de la frecuencia evacuatori­a, intoleranc­ia al calor, pérdida de peso con apetito conservado, insomnio, sudoración excesiva y decaimient­o. Su causa más común es una patología autoinmune (denominada enfermedad de Graves), que tiene tratamient­o.

La adaptación fisiológic­a que la tiroides debe realizar durante la gesta, no puede hacerse correctame­nte cuando la mujer tiene déficit de iodo, ya que es esencial para la síntesis correcta de hormonas tiroideas. El iodo necesario para sintetizar estas hormonas proviene principalm­ente de la dieta; es decir, de la sal de mesa; y, si no fuera suficiente, el médico podrá indicar complejos vitamínico­s. Como siempre, ante la duda, es indipensab­le consultar. •

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