Cuentas claras te cuidan la hermandad
De chicos, los hermanos comparten, compiten, se aman y se odian. De grandes, aunque los vínculos se tornan más complejos, muchos apuestan al sueño del negocio familiar. ¿Sos capaz de trabajar con un socio tan especial? Pros y contras de un equipo que se c
Cuando uno quería cenar fideos, el otro pedía carne. Si Joaquín tenía ganas de ir a la plaza, Pedro se sacaba las zapatillas y se metía en la cama para la siesta. Uno amaba los deportes y la vida social, el otro prefería la lectura en soledad. De niños, eran el agua y el aceite. De adultos, aprovecharon sus diferencias para complementarse y llevar adelante un emprendimiento de gastronomía. Joaquín se dedicó a la parte contable y al manejo de proveedores, mientras Pedro diseñaba las propuestas del menú y se ocupaba de cocinar.
“Fue una buena experiencia que nos hizo redescubrir nuestra relación de hermanos, y el negocio funcionó”, cuenta Joaquín. “A pesar de que somos muy distintos, pudimos generar una buena dinámica de trabajo; lo que nos sirvió mucho fue dejar claros los roles desde el principio. El proyecto duró poco más de dos años, hasta que decidimos seguir cada uno por su lado”.
La relación entre hermanos suele ser intensa y, muchas veces, contrariada: no son pocos los casos en que surgen peleas por viejos asuntos y reproches de épocas remotas. En general, cada uno tiene una visión distinta acerca de sus padres y cómo fueron las cosas cuando eran niños. Sin embargo, también los une una historia compartida y un fuerte lazo de amor que se traduce en confianza. Ya lo dijo el sociólogo chileno Rafael Echeverría en su libro La empresa emergente: “La emocionalidad es un componente determinante en una organización. La confianza es el eje que debe atravesar la empresa emergente, ya que nos conduce a acciones transformadoras, capaces de generar y conquistar nuevas posibilidades. La confianza y el conocimiento de uno mismo y del otro son los grandes motores de la acción”.
Los negocios familiares son muchos en la Argentina: representan alrededor del 80 % de las compañías, según datos del Instituto de Empresa Familiar y Economía Sostenible (Efeso). Existen montones de ejemplos de empresas exitosas que nacieron como un emprendimiento sencillo entre parientes y se transformaron en mega corporaciones. La cadena de supermercados Walmart, Ford, el Banco Galicia y Gap son casos paradigmáticos.
TIREMOS DE LA MISMA CUERDA
Mantener una buena relación de socios y, al mismo tiempo, cuidar el vínculo fraternal es un desafío complejo. ¿Quién dijo que era fácil? Suele suceder que las cosas se mezclan, de modo que los conflictos familiares contaminan la gestión del proyecto y los desacuerdos laborales impactan en el ámbito familiar. Así, el cumpleaños de un sobrino puede transformarse en un campo de batalla sobre balances financieros y una reunión para definir un acuerdo económico puede complicarse por un reproche de la infancia.
“De cada cien empresas, solo treinta llegan a la segunda generación; y de ellas, nueve pasan a la tercera. La empresa familiar es problemática por naturaleza”, dice Santia-
PALABRA CLAVE: HABLAR
go Antognolli, consultor a cargo del programa "Empresas Familiares" de la Universidad Siglo 21.
Lucía, de 32 años, cuenta su experiencia: “Con mi hermana probamos hacer un negocio de indumentaria. Estábamos entusiasmadas y mis viejos nos prestaron la plata para arrancar. Juntas diseñamos los vestidos y armamos la página web. Pero duramos menos de seis meses: tomar una decisión mínima nos llevaba horas de discusión, así que dejé que ella siguiera adelante con unas amigas. Fue hace cuatro años y hoy nos reímos. Me abrí a tiempo para cuidar nuestro vínculo”. En general, los negocios de familia atraviesan distintas etapas: un primer momento ideal, en el que los hermanos se sienten inseparables y comparten sueños a largo plazo. Luego se pasa a otra instancia, en la que el emprendimiento empieza a crecer; es entonces cuando surgen los primeros desacuerdos, aunque el entusiasmo siga intacto. En esta etapa, es fundamental dividir las responsabilidades de acuerdo con los intereses y habilidades de cada uno. En la tercera fase, con el negocio ya instalado en el mercado, aparecen las dudas y discusiones: ¿Qué camino seguir? ¿Qué aporte debe hacer cada uno?
La solución es cultivar la conversación abierta, hablar con claridad y redefinir, si es necesario, qué rol ocupa cada hermano, respetando los puntos de vista del otro, aunque no coincidan con los propios.
“Cada individuo tiene una identidad particular, no solo por una cuestión genética, sino de acuerdo al lugar que ocupa en su familia y en el contexto socio cultural”, define la psicóloga Patricia Otero. “Los hermanos criados bajo un mismo techo muchas veces tienen personalidades completamente distintas. El rol de cada uno en el hogar y la mirada de los padres va creando un tipo de percepción de la realidad y una tendencia a ciertos comportamientos que varían de una persona a otra. Los proyectos fraternales funcionan cuando se da la combinación de dos personalidades complementarias: uno entusiasta y emprendedor con un analítico y amante de la administración, por ejemplo. Los conflictos, como en todas las relaciones, siempre van a surgir. Lo importante es hacerles frente, animarse a charlar, dejar claras ciertas reglas de antemano y tener muy presente que si deciden apostar a un proyecto familiar, tienen que tirar para un mismo lado a pesar de las adversidades”. •