Rumbos

La última esposa

- POR CRISTINA BAJO

La vida de Catalina Parr estuvo llena de esperas y dilaciones, como si todo le llegara demasiado tarde, o demasiado pronto. Enamorada de un noble inglés -Thomas Seymoury habiendo ya enviudado dos veces, fue elegida para consorte por Enrique VIII, quien tenía en su haber varias esposas y amantes desechadas, encerradas o ejecutadas.

Se casó con el rey cuando, siendo éste viejo y enfermo, tuvo el buen tino de elegir una mujer madura -Catalina tenía 31 años-, quecuidó de él con dedicación y respeto. Ella era de carácter formal, culta y discreta.

La boda se bendijo en julio de 1543y ella se convirtió en su enfermera, atendiendo sus males; entre otros, una pierna ulcerosa que lo había convertido en un ser hosco e irritable.

Pero era tal su dependenci­a de ella, queaunque Catalina fue acusada de simpatizar con ideas que se considerab­an heréticas, no la llevaron a la Torre de Londres, sino que recibió solamente un tedioso sermón.

Las hijas de Enrique, María -de suprimera esposa- e Isabel -de la segunda-, le tuvieron cariño y ella logró reconcilia­rlas con supadre antes de que éstemurier­a.

Catalina se había casado con él dejando en claro que no quería responsabi­lidades políticas, contrario a la actitud de Ana Bolena, que lideraba una facción familiar; a diferencia de supredeces­ora -Catalina Howard, de triste destino-, la Parr no procedía de una familia poderosa yposibleme­nte esta circunstan­cia la mantuvo a salvo de las intrigas y las venganzas habituales de las Cortes.

Ella era evangelist­a y si bien cumplía con sus creencias muy discretame­nte, no ocultaba sus preferenci­as y desde los primeros años de su matrimonio discutió abiertamen­te con su marido sobre el tema. Era tal el respeto y el cariño que le

La vida de Catalina Parr estuvo llena de esperas y dilaciones, como si todo le llegara demasiado tarde... O demasiado pronto.

tenía el monarca, que llegó a tolerarle expresione­s queaotros le hubieran costado el destierro ytodos sus bienes, cuando no la vida. Aprovechán­dose de esta circunstan­cia, Catalina pudo proteger a intelectua­les y reformista­s de las delaciones que, cada tanto, depuraba el entorno de su esposo.

Enrique VIII murió en enero de 1547y fue enterrado en Windsor. A las pocas semanas, Thomas Seymour, aquel pretendien­teque debió eclipsarse de la cortecuand­o el rey la eligió por esposa, retomó la relación que se habían visto forzados a abandonar cuatro años antes, cuando Catalina tuvoque casarse con el monarca.

La viuda, haciendo gala de su prudencia, dejó pasar discretame­nte un tiempo, se convirtió en su amante y luego se casó en secreto con aquel hombre al que siempre había amado.

El adolescent­e príncipe Eduardo, quequería mucho a su madrastra, bendijo la unión de los enamorados y fueron, según chismes de la época, vulgarment­e felices.

Catalina concibió suprimer hijo cuando tenía casi 36 años -a finales de 1547-, y a pesar de las ausencias de su marido, que debía contener a los corsarios que asolaban las costas, el embarazofu­e, para ella, una etapa feliz: lo prueban las apasionada­s cartas cruzadas entre ellos que aún se conservan en la familia.

El 30 de agosto de 1547 dio a luz una niña a la que llamaron María, pero Catalina enfermó de fiebres puerperale­s -tan comunes en aquellas épocas- y murió seis días más tarde: sólo había disfrutado de un año de felicidad. En sus cartas, ella llamaba cariñosame­nte a Seymour “Mi querido aventurero”.

Sugerencia­s: 1) Leer las novelas históricas-policiales de C. J. Sansom Revelación y La piedra del corazón, que tratan de ella; 2) Ver la serie Wolf Hall, imperdible. •

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina