Con la nube en la cabeza
Frustración, enojo, culpa, demanda excesiva, rechazo... ¿Qué hacemos cuando descubrimos que nuestra vida se tiñó con estas sensaciones desagradables? Dos psicólogos aportan valiosas reflexiones para ayudarnos a sanar viejos dolores y animarnos a estar mej
En diferentes etapas de la vida, podemos sentir que no damos más, que el agobio es enorme y nada sale como esperamos. Pasamos de la risa al llanto, nos sentimos débiles, inseguros y aburridos, perdemos rápidamente el entusiasmo por las cosas pero, sobre todo, estamos enojados. Como con un carozo de malestar intenso adentro. Las causas son diversas, puede deberse a algún episodio en particular, como una situación de pérdida movilizadora (a partir de un despido, una separación, una muerte), o como resultado de un proceso estresante en el trabajo o en el ámbito familiar. Una sensación tóxica que nos nubla nuestra mirada de la vida con un halo enojoso y pesimista. Pero, ¿por qué llegamos a estar así?
“Muchas veces, no nos damos cuenta de que ciertas emociones que nos lastiman, van ganando espacio en nuestros pensamientos y estados de ánimo. Avanzan de tal modo, que comenzamos a convivir con sensaciones de desconcierto y angustia continuos, ideas pesimistas, falta de motivación interna, un nudo en la garganta... Cuando nos ocurre esto, cuando vemos que el tiempo pasa y esa melancolía o enojo permanecen, es necesario recurrir a un profesional que nos ayude”, explica Bernardo Stamateas, psicólogo y autor de Calma
emocional y Gente tóxica.
Todos estamos expuestos a la posibilidad de atravesar una situación compleja, y a ello hay que agregarle la vida en sociedad, con sus ingredientes estresantes. Pero, sin duda, la intoxicación emocional es, además de los múltiples factores externos que pueden afectarnos, la consecuencia de no otorgarnos a nosotros mismos un tiempo diario para nuestro mundo interior.
Contame tu emoción
“Las emociones viven en nuestro interior y necesitan ser sentidas y expresadas, pero nunca deberían tener dominio sobre nuestra vida ni quitarnos nuestros sueños o metas", aclara Stamateas. "Si nos robaron o nos maltrataron, es normal que experimentemos bronca, enojo o tristeza; pero no podemos salir a hacer justicia por mano propia. De igual manera, si sufrimos una desilusión, naturalmente tomaremos más recaudos a futuro, pero esto no implica que no volvamos a confiar en nadie. Las emociones están para que las experimentemos, pero si no nos ocupamos de sanar aquellas que nos lastiman, se convertirán en sensaciones tóxicas y negativas para nuestra vida”.
Quienes viven encerrados en estas emociones nocivas suelen dar señales de su malestar: a menudo, malinterpretan las acciones de los demás o están a la defensiva y consideran cualquier comentario como un "ataque". Personas que se muestran nerviosas, impacientes e inseguras, que demandan mucha atención. No pueden desprenderse de sus emociones antiguas.
Por lo pronto, reconocer la situación e investigar su origen, para avanzar hacia una mejora, re-
sulta la estrategia básica para afrontar estos cuadros. “Siempre es recomendable hacerlo bajo tratamiento profesional, que proveerá los medios para transitar esta experiencia y aprender de ella”, aclara Gabriel Romano, licenciado en psicología y coordinador de la Red Argentina de Salud Mental.
Según el especialista, hasta que se logre una mejoría es importante que reconozcamos los tiempos del tratamiento y sepamos que nuestra percepción puede estar alterada. Es central fijarse pequeñas metas que no incluyan grandes exigencias y hagan el trabajo día a día posible. La idea es hacer un movimiento paulatino hacia el bienestar, poniendo como prioridades el orden y la estabilidad.
Buscando el hilo interior
“En esta búsqueda, es fundamental poner el cuerpo en movimiento en escenarios que nos estimulen: podemos caminar, bailar, correr... La idea es que vayamos paso a paso, ya que lo importante es sostenerlo. También hay que ir ordenando el sueño y la alimentación; si están en crisis, llevará tiempo y esfuerzo armonizarlos, así como también paciencia y compromiso con el tratamiento, pero se puede revertir”, sostiene Romano. Para poder relacionarnos con los demás sanamente, en primer lugar, debemos estar sanos nosotros. De esa manera, podremos elegir y decidir quién entrará en nuestra vida y quién no, con quién tendremos intimidad y con quién no.
“Si somos dominados por emociones tóxicas, seguramente lastimaremos a quienes estén cerca y no elegiremos debidamente el entorno afectivo que nos ayudará a dejar este estado atrás. Alguien dijo que, para tener éxito en un área, hay que tener equilibrio en todas. ¡Esto es muy importante! Si queremos tener éxito en la salud, necesitamos equilibrio en todas las áreas de la vida. Es decir, que debemos cuidar la vida espiritual, mental y emocional”, aclara Stamateas. El experto recomienda “darle a cada emoción el valor, el significado y el lugar que se merece. Eso es lo fundamental, debemos hacer foco en nuestro interior. Si queremos estimular nuestra capacidad para encontrar soluciones, no importará tanto lo que suceda a nuestro alrededor, sino dentro de nosotros. Démonos permiso para errar al blanco, para equivocarnos, para tener sensaciones y sentimientos encontrados... Para enojarnos, para llorar. Pero luego de liberar esas emociones, procuremos sanarnos por completo para volver a enfocarnos en lo bueno y lo mejor para nuestra vida”. Es un largo camino, pero vale la pena encararlo. •