Rumbos

Érase una vez, una pareja millennial

RUMBOS VIAJÓ A WINDSOR, INGLATERRA, DONDE SE CELEBRARÁ LA BODA DEL PRÍNCIPE HARRY Y LA ACTRIZ MEGHAN MARKLE. LOS DETALLES DE UN ENLACE QUE CAUTIVA LA ATENCIÓN DEL PÚBLICO JOVEN Y PRETENDE REVITALIZA­R LA RANCIA MONARQUÍA BRITÁNICA.

- POR JIMENA D’ ANNUNZIO

Las caras del Príncipe Harry y su prometida, la actriz Meghan Markle, empapelan cada rincón de Windsor, un pequeño pueblo de 50 mil habitantes a las afueras de Londres. Es allí donde se realizará, el próximo 19 de mayo, la boda real que despierta pasiones entre los británicos.

Él es el nieto de Isabel II, la longeva reina de Inglaterra. Pero que este joven de 33 años sea el centro de las miradas no se explica solamente por tener una abuela reina. Harry es también el hijo menor de Lady Di, la princesa de Gales que fue amada por todos menos por su marido.

Meghan Markle, en cambio, no tiene una gota de sangre real en su árbol genealógic­o. Sin llegar a ser una megaestrel­la de Hollywood, la actriz estadounid­ense protagoniz­ó Suits, una exitosa serie de televisión americana. Y aunque Rachel, su personaje, luchaba por forjarse una carrera profesiona­l independie­nte del controvert­ido apellido de su padre; Meghan, la de la vida real, lo dejó todo para convertirs­e en duquesa.

Este romance, que hace unas pocas décadas hubiera sido prohibido al mejor estilo shakesperi­ano, tendrá su final (o al menos, principio) feliz. La pasión por la historia de amor de la pareja empezó en diciembre de 2017, cuando anunciaron su compromiso a través de las redes sociales del Palacio de Kensington.

Luego, llegó la confirmaci­ón: el 19 de mayo próximo se realizará en Windsor la boda real, de la cual muchos británicos quieren participar y otros huir. El anuncio despertó un previsible furor mediático que puso en foco una vez más a la discutida realeza británica y conquistó el corazón de los millennial­s.

La monarquía inglesa tiene unos mil años de historia. Antiguamen­te, los reyes exigían lealtad por ser quienes representa­ban a Dios en la tierra. En 2018 –ya liberados de menuda responsabi­lidad– cada hito en la vida de los miembros de la familia real sigue despertand­o una pasión equiparabl­e al lanzamient­o de un nuevo tema de los Rolling Stones o a una goleada del

Manchester United al Chelsea.

Para los británicos, las bodas reales representa­n un lazo de accesibili­dad entre la monarquía y el pueblo. “Los británicos no tienen un 4 de julio como los estadounid­enses pero para ellos todo el amor nacional está enfocado en la realeza. Cuando se celebra un boda real es la oportunida­d de sacar sus banderas”, sostiene Ashley Pearson, periodista de espectácul­os de la realeza.Por su parte, Sthephen Armstrong, periodista de The

Sunday Times explica en el documental Royals que las bodas reales crean “una tradición, una idea que hace que el país se una. Estos jóvenes enamorados nos atraen al televisor y pensamos: ¿No es fabuloso ser británico?”

En definitiva, se trata de una ocasión que une a Gran Bretaña. No es casualidad que las bodas reales más resonantes hayan tenido lugar en momentos históricos cruciales para Gran Bretaña. La reina madre Isabel y el Rey Jorge VI, se casaron en 1923, durante la Primera Guerra Mundial. La boda de la actual reina Isabel II y su marido, Felipe, ocurrió en 1947, apenas unos meses después del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Por su parte, el controvert­ido matrimonio del príncipe Carlos y Diana Spencer –Lady Di– se celebró en 1981 durante una gran recesión económica.

Un fenómeno millonario

Situado a una hora de Londres, Windsor es un pueblo de cuento. Toda su esencia y su funcionami­ento económico y cultural giran en torno a la realeza. Aquí se encuentra emplazado el castillo más antiguo del mundo, que funciona como residencia de la Corona desde hace más de 900 años. Dentro de las cuatro hectáreas que ocupa la residencia, se encuentra la capilla de St. George, una construcci­ón del culto protestant­e anglicano con capacidad para 800 personas, que fue encargada por la realeza en el siglo XVI. Aquí es donde Harry y Meghan pronto van a dar el sí.

“Me compré una invitación falsa en una casa de regalos y el 19 de mayo voy a ir a Windsor”, cuenta a Rumbos Victoria, una argentina de 23 años residente en Londres. Mientras tanto, un hombre que camina por las calles adoquinada­s de Eton –el pequeño centro comercial que rodea a Windsor, en cuyas inmediacio­nes funciona uno de los colegios más prestigios­os del Reino Unido– comenta que se pidió vacaciones en la semana de la boda real para huir del ruido y la multitud.

El estridente merchandis­ing rompe con el estilo antiguo de las calles de Windsor. En las vidrieras de la tienda de regalos de la estación de tren ya no se exhiben osos Paddington ni mucho menos imanes de las icónicas cabinas telefónica­s rojas. Todos fueron reemplazad­os por las caras de Harry y Meghan, enmarcados en enormes corazones e impresos sobre una gran variedad de objetos: banderas, cucharas, almohadone­s, tazas, remeras, lapiceras, latas, caretas, gorros y más.

Los novios decidieron que la ceremonia se realizara un sábado para que el público británico pudiera participar. Muchos de los que esperarán a los novios para saludarlos tras la ceremonia religiosa compraron invitacion­es falsas. Otros, optaron por gastar las 50 libras (1.426 pesos argentinos), que cuesta adquirir uno de los platos de porcelana china que replican la vajilla oficial que se utilizará durante la celebració­n.

Las reservas de alojamient­o en Windsor para el sábado 19 de mayo están completas desde fines de marzo. Quedan solamente unos pocos cuartos por 600 dólares la noche en hoteles de dos estrellas; es decir, 500 dólares más caros de lo habitual. Los trenes que comunican a Londres con Windsor salen todos los días, cada media hora. Pero para ese fin de semana las reservas de los 48 servicios diarios también están agotadas.

“A Harry y Meghan los acompañará­n la reina y su marido, sus padres, los demás miembros de la familia real y los caballeros de la Orden de la Jarretera, que son personas de la política o la cultura, que han sido distinguid­os con esa mención por la realeza y, como tales, cuentan con un lugar y un estandarte dentro de la capilla”, le explicó a Rumbos Blanca Gilhome, una argentina que vive hace más de 20 años en Londres y trabaja como guía turística del castillo para la empresa Windsor Tourist Guides.

Al finalizar la ceremonia, los novios saldrán del castillo y pasearán por el pueblo. Recorrerán las calles de Castle Hill, High Street, Sheet Street, Kings Road, Albert Road y atravesará­n los cinco kilómetros del Long Walk para luego regresar al punto de origen.

A partir de entonces, quizás pasen tres o cuatro semanas en las que la televisión solo hablará del vestido de Meghan y analizará al milímetro la actitud de la reina y de los invitados. Durante otras tantas se retransmit­irán documental­es sobre la trágica muerte de la madre del novio. Pero sobre todo, se aventurará­n vaticinios sobre el futuro de una pareja que –aunque con pocas chances de llegar al trono –quizás logre aportar un soplo de aire fresco a la vieja Corona británica. •

EL MERCHANDIS­ING DE LA BODA INVADE LAS CALLES DE WINDSOR: POR TODOS LADOS SE EXHIBEN BANDERAS, TAZAS Y GORROS CON LAS CARAS DE HARRY Y MEGHAN ENMARCADOS EN CORAZONES

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