Rumbos

Una novela olvidada

- POR CRISTINA BAJO

Cuando digo "novela olvidada", me refiero a La novia del hereje, de Vicente Fidel López (1815-1903). Su autor nació en Buenos Aires, era hijo de Vicente López y Planes, y padre del autor de La gran aldea ,muertoen 1894 en un duelo.

Fue el precursor de la historiogr­afía en la Argentina. Se recibió de abogado en 1839, fue integrante del Salón Literario y de la Asociación de Mayo; en la época de Rosas debió exiliarse en Chile, donde fundó, con Sarmiento, un periódico. El gobierno chileno le encargó varios libros de estudios que fueron adoptados para la enseñanza. Escribió dos obras de ficción: La novia del hereje o La Inquisició­n en Lima (1846) y La loca de la guardia (1848).

Después de Caseros regresó a Buenos Aires, fue Ministro de Instrucció­n Pública, luego de Hacienda, presidente del Banco de la Provincia y rector de la Universida­d de Buenos Aires. A partir de 1870 su actividad de historiado­r se hizo intensa. Entre sus obras, sobresale la Historia de la República Argentina , en diez tomos, que fueron apareciend­o entre 1883 y 1893.

La novia del hereje, novela que siempre me sedujo, fue editada en folletín después de la caída de Rosas, y más adelante mereció la distinción de ser presentada en libro. La novela se desenvuelv­e en Lima, 1578, y tiene un trasfondo ideológico compartido por la generación del 37: el enfrentami­ento del oscurantis­mo español y la –en ese momento– progresist­a Inglaterra.

El libro tiene una prosa moderna y atrapante. Su argumento es simple y atractivo como los de Walter Scott, de quien parece haber tomado lecciones. Todo comienza en 1578, en Lima, cuando el célebre pirata Francis Drake ataca las posesiones españolas. Paseándose los piratas por las calles, una joven criolla se enamora de un marino de la escuadra de Drake llamado Henderson; al ser inglés y protestant­e, esta relación convierte a la joven en hereje, y es encarcelad­a por la Inquisició­n.

A partir de esto, Henderson, Drake, un conspirado­r italiano y otros personajes limeños se conjuran para librar a la joven de la mazmorra y del tormento, cosa que finalmente logran. Henderson, el enamorado de María Pérez, es exponente de valor, apostura y nobleza; Francis Drake es presentado como un aventurero progresist­a, pero López no deja bien parado al inquisidor Marcelo Estaca y Ferracarru­ja, a quien pinta como un hombre dogmático, enemigo de las doctrinas nuevas; lo mismo sucede con el P. Andrés, un monje libidinoso y siniestro que, se me ocurre, es una manifestac­ión del anticleric­alismo del autor aunque, indudablem­ente, hubo sacerdotes con esas caracterís­ticas.

Las descripcio­nes que hace el autor del paisaje, los lugares, las batallas, son de gran poder evocativo, como las del puerto, del mercado o de las ruinas de Pachacamac.

López nos muestra las lacras de América del Sud: los excesos de la autoridad paterna, la imposición del cónyuge a las hijas, etcétera.

Siguiendo la clásica línea de los folletines, el autor va dejando cabos sueltos para que el lector quede apresado en la duda. Algunos, incluso, terminan con una pregunta: “¿Era el eco de un cañón o el lejano ruido de la tormenta?” Su éxito fue inmediato.

Al final, encontramo­s a María lejos de su familia, de su religión, su lengua, su patria, que se convierten en recuerdos borrosos que simbolizan sus pasadas desdichas.

López decía que “La novela histórica es un suplemento de la historia” y yo estoy de acuerdo con él.

Sugerencia­s: 1) Conseguir esta novela en usados; 2) Leer en Internet Borges y Eduardo Gutiérrez , de Carlos H. Sosa. •

Tras la caída de Rosas, La novia del hereje fue editada como folletín y recién años más tarde fue presentada como un libro.

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