Silvina la extraña
Los secretos de la vida privada y literaria de la menor de las Ocampo quedan develados en un retrato imprescindible.
La hermana menor todo
Maria Enriquez Anagrama
“Silvina es original”, solía decir Adolfo Bioy Casares a sus amigos, en un intento por explicar las extravagancias –cotidianas y literarias– de su mujer. La vida y obra de Silvina Ocampo, una de las figuras más exquisitas, talentosas y sin duda extrañas de la literatura en español, están envueltas en mitos y salpicadas de rumores contados en voz baja. Hasta qué punto son autobiográficos sus cuentos, cómo era realmente su relación con Bioy, qué papel jugó en el grupo Sur, si acaso se sentía opacada por su brillante hermana Victoria... Veinticinco años después de la muerte de la escritora, Mariana Enriquez se vale en este libro de fuentes bibliográficas, cartas y testimonios de amigos, críticos, parientes y albaceas de Ocampo para intentar desentrañar sus secretos. Conforme avanzan las páginas, nos enteramos, por ejemplo, de que Silvina se sentía fea, detestaba que le sacaran fotos, era seductora y sutilmente perversa, mala cocinera y dueña de unas piernas espectaculares. Se nos revela que conocía y toleraba a las amantes de su marido, tenía una relación de amor-odio con su hermana y algo de celos hacia la amistad entrañable que compartían Bioy y Borges. Pero el retrato de Enríquez –redondo y exhaustivo– no se detiene ahí, sino que ilumina los eventos y circunstancias íntimas que dieron origen a sus mejores obras. Cuenta que Silvina escribía noche y día, obsesivamente, en servilletas, tickets y boletos de tren. Y que jamás se separaba de sus textos, plagados de niños perversos y extrañas metamorfosis. $ 475