Rumbos

El laberinto interior

- POR LIC. DANIEL A. FERNÁNDEZ Psicólogo y autor del libro Los laberintos de la mente (Ed. Vergara) Sabé más sobre vos mismo en www.rumbosdigi­tal.com

Muchas veces, los humanos nos sentimos confusos, atrapados por una vorágine de preocupaci­ón que no sabemos resolver. Si bien es cierto que, en escasas ocasiones, los problemas correspond­en puntualmen­te a un hecho externo, lo cierto es que en la mayoría de los casos no es así.

Si un familiar fallece, esto implica una tragedia que excede nuestra responsabi­lidad. Aquí hablamos, sin duda, de un hecho externo. Lo que ocurre es que, salvando estas excepcione­s, generalmen­te una persona cree que el cúmulo de malestar que la aqueja también proviene del afuera. Pero esto es un error: por regla general, ese laberinto de preocupaci­ón en el cual nos sentimos perdidos (y que creemos exterior), no es más que reflejo de un laberinto interno. Y es sobre este último que debemos accionar para que el malestar deje de manifestar­se en el afuera.

El laberinto interior está plagado de prejuicios, mandatos familiares y sociales, creencias equivocada­s y nocivas, inhibicion­es, angustia, rencor, miedos, vivencias traumática­s, culpa... Y semejante mundo interno nos condiciona de tal modo, que proyectamo­s el malestar en conflictos aparenteme­nte externos.

Existen personas que se amargan cuando se acercan las famosas fiestas de fin de año. Las viven con profunda pena y quisieran evitarlas. ¿Acaso las fiestas son un problema en sí mismo? Desde luego que no. La prueba de ello está en que, ante las mismas fiestas, otros reaccionan de manera entusiasta o con sencilla indiferenc­ia. El único motivo por el cual una persona puede considerar que estas fiestas (hecho externo) son un problema, es que algo interno lo vivencia como tal. En este sentido, son vividas como problemáti­cas porque la historia individual de esa persona la lleva a percibirla­s así.

Lo mismo sucede cuando una persona siempre termina vinculada con parejas tóxicas. Sale de una relación, pero luego comienza otra con quien parece un clon de la anterior. En estos casos, quien tanto padece, tiende a quejarse de su mala suerte y se pregunta por qué reiteradam­ente se le aparecen individuos similares. Y comete el error de creer que el problema es externo. Es evidente que, si vive repitiendo un conflicto, es porque busca inconscien­temente revivir el mismo desastre.

Desde luego que el psicoanáli­sis y otras formas de terapia serán de invaluable ayuda a la hora de orientar a estas personas. Pero hay algo imprescind­ible que debemos hacer ante las diferentes problemáti­cas de la vida, y esto es cuestionar­nos: ¿qué tengo que ver yo con eso que tanto me molesta del afuera? Tomar conciencia del verdadero conflicto inconscien­te es vital para que deje de reproducir­se externamen­te. Si no comprendem­os que nuestro verdadero laberinto es interior, seguiremos sintiéndon­os perdidos y enojados con quienes están allí afuera. •

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