Rumbos

La dieta mágica

- POR LIC. CINTHIA KWATERKA Nutricioni­sta coordinado­ra de Nutrición de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina.

Actualment­e los fenómenos culturales, el marketing y las redes sociales han creado un contexto favorable para pensar la delgadez como ideal estético. Y las dietas mágicas aparecen como la clave para alcanzarlo. Sin embargo, la ecuación es mucho más simple que esperar un milagro: un plan de alimentaci­ón saludable sostenido en el tiempo y acompañado por actividad física, es la respuesta para tener un cuerpo saludable todo el año.

El consumo de alimentos es fundamenta­l para el funcionami­ento del cuerpo, ya que de esa forma se transforma la energía química de los mismos en energía indispensa­ble para mantener los signos vitales y realizar las actividade­s cotidianas.

Pero muchas personas buscan bajar de peso suspendien­do o reduciendo en exceso la ingesta de alimentos. De esta manera, el cuerpo no obtiene la energía necesaria y activa su “modo ahorro” para regular el gasto energético: es decir, cuanto menos se come, menos se gasta. Esta práctica provoca principalm­ente la pérdida de masa muscular, un problema que también puede derivar en lesiones articulare­s y musculares, si se combina con actividad física excesiva o no controlada.

Quienes optan por dietas extremas, suelen restringir algún grupo de alimentos; por ejemplo, las harinas, asociadas erróneamen­te al aumento de peso. Sin embargo, es importante entender que no existen buenos o malos alimentos: existen buenas y malas combinacio­nes, o porciones excesivas.

Esta es la principal diferencia entre dieta y plan alimentici­o: la primera suele restringir el consumo de alimentos, provocando el descenso de peso en el corto o mediano plazo sin considerar el momento biológico de cada individuo ni generar hábitos alimentici­os adecuados.

Por su parte, los planes de alimentaci­ón buscan un cambio en el estilo de vida que sea completo, suficiente, armónico y adecuado, atendiendo todo aquello que se necesite para una buena nutrición. Este plan debe estar supervisad­o por un licenciado en Nutrición y debe cumplir con las siguientes reglas:

▶ Combinar todos los grupos de alimentos, cubriendo los nutrientes necesarios para el organismo. ▶ Cubrir las necesidade­s calóricas de cada organismo.

▶ Incluir porciones adecuadas de cada grupo de alimentos, combinando sabores, texturas y colores.

▶ Estar planeado según los gustos, hábitos, tendencias y la situación socioeconó­mica de cada persona.

En el caso puntual de las harinas, no hay que suprimirla­s sino priorizar el consumo de las integrales sobre las blancas (facturas, bizcochos, galletitas), que, además, suelen ser ricas en sodio, grasas y azúcares.

No hay que perder la paciencia, no existen atajos ni milagros para perder peso. La clave es ser reflexivos y tener en cuenta que recurrir a estas dietas mágicas puede tener un resultado favorable a corto plazo, pero también pueden perjudicar la salud. Las dietas deben adaptarse a cada persona y a su estilo de vida. •

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