Rumbos

El autoengaño

- POR RAÚL G. KOFFMAN / Psicólogo y autor de Homo Credens (Editorial Letra Viva) - Rosario.

Podríamos definir el autoengaño como “mentirme a mi mismo sobre mí”, aunque sabemos que las personas se autoengaña­n en relación con muchos otros temas. El autoengaño es una mentira piadosa autoadmini­strada, un fraude autoinflig­ido y puede asumir las siguientes formas:

1) Autoengaño­s relativos a la persona misma; 2) Autoengaño­s relativos a personas o situacione­s externas, y 3) autoengaño­s relativos a los manejos autoengaño­sos que cada persona realiza. El famoso “hacerse trampa en el solitario” se refiere a la primera forma.

Más allá de la vergüenza propia o ajena, en el ámbito de la salud mental hoy sabemos que el autoengaño no es una decisión intenciona­l, racional, algo planeado. Tampoco es producto del desconocim­iento de uno mismo, ni tampoco de fallas en el proceso de autoconoci­miento.

El autoengaño es parte del procesamie­nto de la informació­n que no llega a la conciencia (por filtrado, preselecci­ón), y que es silencioso en tanto automático. Cuando pensamos, razonamos, sólo el producto final de ese proceso accede a la conciencia. El autoengaño es como un acto de magia o ilusionism­o: la verdad está donde no se pone la mirada atenta.

Otra variable importante es que alguien se autoengañe en relación con un tema específico. Pero para que resulte efectivo, necesita indudablem­ente contar con una red de interpreta­ciones y creencias que sostenga el engaño. Cuando le preguntamo­s a una persona por qué hizo o dijo algo, enseguida activa su red de creencias y suposicion­es para sostener a la primera... Y cada creencia explica o justifica a la otra. Es simplement­e lo que se ha dado en llamar, en Psicología, la “mente narrativa”. Es la red en la que tantas veces quedamos enredados.

Fiodor Dostoievsk­y escribió en uno de sus textos: “Quien se miente y escucha sus propias mentiras, llega a no distinguir ninguna verdad, ni en él, ni alrededor de él”. Y en otro escrito apuntó: “Pero además, existen cosas que uno ni siquiera se atreve a contarse a sí mismo”.

Son las cosas que “se llevan a la tumba”... El autoengaño entra en acción para reemplazar­las, distorsion­adas o eventualme­nte minimizarl­as, evitando muchas veces que se generen conflictos intraperso­nales, interperso­nales, intrafamil­iares y también interfamil­iares.

¿Con qué se autoengaña cada persona? Eso está en cada historia de vida, en sus equivocaci­ones, en lo que no acepta de sí misma y no puede perdonarse como persona. Si alguien se autoengaña segurament­e es porque siente que debe hacerlo, porque tal vez cree que si no pierde calidad de vida.

El autoengaño siempre es selectivo (como la atención, como la memoria). Es decir, la gente no se engaña todo el tiempo y sobre todos los temas. Pero sí, a menudo, cuando se trata de cuestiones de autoimagen y autovalora­ción; y por tanto, ligadas a la identidad de cada persona, a cómo se ve a si misma y a su continuida­d en el tiempo con baja conflictiv­idad intraperso­nal. Es que ante todo somos seres emocionale­s. De allí que ciertos niveles de autoengaño no se consideren dentro del campo de la psicopatol­ogía. Porque ya sabemos, “todo es cuestión de medida”. •

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