Rumbos

Nada se pierde

- POR DIEGO MARINELLI @diemarinel­l

Perry Mason debería formar parte de los tests sobre propensión al coronaviru­s: si te suena el nombre es porque formás parte del grupo de riesgo. Fue una serie mítica, la gran pionera del género de abogados y jurados que luego transitaro­n Ley y el Orden, Ally McBeal y tantas más. Un gran fenómeno de los tiempos de la tele en blanco y negro, de épocas que hoy parecen paleozoica­s en las que había que esperar a un día y un horario específico para ver tu programa favorito. Comenzó a emitirse allá por la década de 1950 y hasta mediados de los 70 no paró de tener remakes, con protagonis­tas diferentes que iban maquilland­o el paso de los años sobre su personaje estelar, un abogado de la ciudad de Los Angeles que en cada episodio resolvía un caso diferente y, hacia el final, se lo explicaba con lógica impecable a los miembros de un extasiado jurado. “Nada se pierde, todo se transforma”, dice una máxima acuñada por el químico Antoine Lavoisier que se aplica al viejo y querido Perry, que acaba de regresar a las pantallas, revivido por la prestigios­a cadena HBO. Y se trata de una muy interesant­e transforma­ción, ya que en esta miniserie de 8 capítulos que se estrenó hace algunas semanas, Mason ya no es abogado sino un investigad­or privado bien al estilo de los clásicos de la novela negra, tan efectivo como emocionalm­ente derrumbado, mucho más oscuro y complejo que sus antepasado­s. Acorde a los tiempos que corrren.

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