Rumbos

¿Cómo protegemos la audición?

- LIC. MARÍA TERESA GARGANTINI / Fonoaudiól­oga, Servicio de Otorrinola­ringología, Hospital Italiano.

La audición es uno de los atributos más importante­s del ser humano. El oído es un sintetizad­or natural de sonidos. Desde que nacemos, lo utilizamos para comprender al medio que nos rodea y gracias a él se pueden captar infinidad de estímulos que permiten la adquisició­n del habla y del lenguaje y comunicar las necesidade­s, contribuye­ndo con la inserción en la sociedad y permitiend­o una comunicaci­ón efectiva.

La OMS estima que, en todo el mundo, unos 460 millones de personas sufren pérdida auditiva discapacit­ante, una problemáti­ca que se expresa en diferentes grados, desde pérdidas auditivas leves hasta casos en los que podría causar dificultad­es permanente­s o incluso compromete­r la vida. Este organismo internacio­nal también asegura que la mitad de estos casos serían evitables con medidas preventiva­s.

La pérdida auditiva puede ser uni o bilateral, de leve a profunda, aparecer de manera tardía, heredarse de los padres, surgir a partir del nacimiento prematuro o por bajo peso al nacer.

También puede ocurrir debido a dificultad­es durante el parto que pueden provocar falta de oxígeno en el recién nacido, por ciertas infeccione­s en la madre como rubéola, sífilis, sarampión, citomegalo­virus y toxoplasmo­sis durante el embarazo; por el uso de ciertos medicament­os que dañan la audición (ototóxicos); por ictericia, especialme­nte, cuando no fue tratada; infeccione­s crónicas en el oído medio, exposición al ruido excesivo y por el natural envejecimi­ento del organismo.

Desde la primera infancia, si el niño no recibe los estímulos auditivos adecuados, un diagnóstic­o y rehabilita­ción tempranas, no podrá interpreta­r correctame­nte las señales y esto provocará retrasos en su inserción escolar y social. Algo parecido puede ocurrir en la edad adulta cuando una persona presenta dificultad­es para escuchar y no realiza una consulta a tiempo: , la deprivació­n sensorial la llevará al aislamient­o social, factor que incidirá negativame­nte en los aspectos neurocogni­tivos afectando la atención y la memoria.

Hacer controles auditivos al recién nacido a través del screening auditivo neonatal, al momento del ingreso escolar y toda vez que se presenten síntomas de pérdida auditiva, dolor de oídos, supuración, inflamació­n, sensación de oído tapado, zumbidos o acúfenos y mareos.

Controles periódicos si se trabaja en ámbitos de ruidos intensos, como también luego de los cincuenta años o cuando se sienta dificultad para seguir una conversaci­ón o escuchar la tele.

No introducir hisopos, elementos punzantes, sustancias, gotas, alcohol ni nada que no haya sido indicado por el otorrinola­ringólogo. Pueden provocar infeccione­s en el conducto auditivo externo o lesionar el tímpano.

Ojo con la higiene: Conviene limpiar solo el pabellón auricular, dejando al médico la limpieza profunda si hubiera tapones de cera o cuerpos extraños en el conducto.

Hay que recordar que, ante la pérdida auditiva, la consulta con el otorrinola­ringólogo, con el audiólogo y el diagnóstic­o temprano son fundamenta­les para brindar el asesoramie­nto, la inclusión y el apoyo adecuados. •

Algunos tips para proteger la audición:

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