Lejos de la llegada, pero también de la partida
Es cierto que cuando se trata de obras públicas, un compromiso sólo puede considerarse cumplido cuando se corta la cinta y se toca el cemento.
Antes de ese final, concreto y tangible, las promesas suelen caminar en Argentina por la cornisa de expedientes azarosos. Que pueden dormir durante años el sueño de los justos y acelerarse un día a la velocidad de la luz, según lo dispongan los tiempos políticos.
Hay, sin embargo, un punto intermedio: cuando las promesas comienzan a plasmarse en actos administrativos, que disparan la asignación de recursos.
En enero pasado, la Nación y la Provincia decidieron establecer un nuevo marco de relaciones institucionales que –según estimaron entonces los gobernantes– permitiría la inversión de 27.200 millones de pesos en Córdoba, después de años de sistemática discriminación.
En nuestro Primer Plano de hoy
EL KILÓMETRO CERO DE AQUELLA RELACIÓN TORTUOSA QUE CASTIGÓ A CÓRDOBA POR SUS DECISIONES AUTÓNOMAS HA SIDO ABANDONADO.
indagamos cuánto de esa promesa avanzó hacia el cumplimiento. Más de la mitad de esos fondos ya están asignados en procesos licitatorios y avales necesarios para la concreción de las obras.
La puesta en marcha de los mecanismos de adjudicación de obras conlleva el tiempo necesario para garantizar condiciones de competencia, sin los cuales la transparencia pública sería una ilusión.
El punto final todavía está lejos, pero el punto inicial también.
El kilómetro cero de aquella relación tortuosa en la que el kirchnerismo castigó a los cordobeses por sus decisiones autónomas ha sido abandonado con sensatez.
Cuando las autoridades nacionales, provinciales y municipales coincidieron en enero en abrir una etapa nueva de sus relaciones institucionales, la expectativa de una mejora era un anhelo unánime de los cordobeses.
Esa expectativa, orientada al interés público, debe ser satisfecha. Y en la tarea periodística está la obligación de escrutar su grado de avance.