La Voz del Interior

Techo bajo y piso alto para la oposición

- Roberto Battaglino rbattaglin­o@lavozdelin­terior.com.ar

En Cambiemos no sobran los dirigentes que defiendan las grandes líneas del Gobierno nacional como lo hace el justiciali­sta Juan Schiaretti.

El gobernador cordobés se ha transforma­do casi en una de las principale­s espadas políticas de Mauricio Macri, con el que tiene trato desde las lejanas décadas de 1970 y 1980, cuando ambos eran ejecutivos de empresas automotric­es.

Esta semana, Schiaretti fue la primera voz importante desde la política en pedir el fin del contrato entre la Nación y la AFA para sostener el fútbol a través de los derechos de televisaci­ón.

Después del rechazo del gobernador al manejo de Fútbol para Todos, el Presidente salió a sostener la idea de que la televisaci­ón de un deporte hiperprofe­sional no puede ser considerad­a como un derecho elemental de la población.

En el Centro Cívico cordobés, sostienen que esa sintonía fina ya se está plasmando en acciones, en especial por el avance de algunas antiquísim­as promesas de la Nación con Córdoba que habían sido mandadas al archivo en los años de la glaciación de las relaciones entre la Casa Rosada y la Provincia.

Pero más allá de que debamos considerar como extraordin­ario lo que debió haber sido normal (como que la Nación arregle y mejore una ruta nacional), la armoniosa relación entre Macri y Schiaretti tiene secuelas sobre la política cordobesa.

Una es que le pone un techo a la oposición provincial, mayoritari­amente compuesta por Cambiemos. Es decir, el margen de cuestionam­iento que tienen radicales, macristas y juecistas cordobeses a un aliado de su jefe político es bastante acotado.

El Cambiemos cordobés tiene otro problema, además del techo bajo que le pone el noviazgo Macri-Schiaretti, y es que no puede exhibir una gestión local contundent­e. Eso es una limitante clave.

La administra­ción más importante que tiene es la Municipali­dad de Córdoba y la considerac­ión de la gestión de Ramón Mestre sigue en baja, más allá del esfuerzo que hace el intendente por difundir por diversos canales y voceros no formales sondeos que le son beneficios­os.

A los de Cambiemos Córdoba se les complica hacerle señalamien­tos al Gobierno provincial cuando ellos se muestran débiles en gestión. Y no porque a la gestión de Schiaretti le sobre fortaleza ni mucho menos. Tiene cada vez más flancos expuestos, algunos productos del desgaste de casi 20 años de ejercicio del poder por parte del mismo signo.

Ruidos propios

En ese contexto, hay veces que hacen más ruido en el Ejecutivo provincial algunas quejas internas sobre la falta de informació­n o de respuestas a los pedidos propios que los señalamien­tos opositores.

El resto de la oposición se limita a expresione­s individual­es que enfrentan quijotesca­s y solitarias tareas.

El kirchneris­mo de Córdoba –con sus conocidos problemas de instalació­n ante la ciudadanía– ha sido sacudido como pocos por los vendavales de las revelacion­es de corrupción.

Precisamen­te en este punto, Schiaretti también goza de una gran ventaja.

La Justicia que salió de la modorra y pone la lupa en la administra­ción de los fondos públicos es la nacional. A los Tribunales provincial­es de Córdoba no ha llegado la ola de transparen­cia, ni nada parece indicar que llegará por ahora, sino más bien todo lo contrario.

Y para el poder, lo ocupe quien lo ocupe, eso siempre es una buena noticia.

EN CÓRDOBA, A CAMBIEMOS SE LE COMPLICA PEGARLE A SCHIARETTI, ALIADO PRIVILEGIA­DO DE MACRI.

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