Techo bajo y piso alto para la oposición
En Cambiemos no sobran los dirigentes que defiendan las grandes líneas del Gobierno nacional como lo hace el justicialista Juan Schiaretti.
El gobernador cordobés se ha transformado casi en una de las principales espadas políticas de Mauricio Macri, con el que tiene trato desde las lejanas décadas de 1970 y 1980, cuando ambos eran ejecutivos de empresas automotrices.
Esta semana, Schiaretti fue la primera voz importante desde la política en pedir el fin del contrato entre la Nación y la AFA para sostener el fútbol a través de los derechos de televisación.
Después del rechazo del gobernador al manejo de Fútbol para Todos, el Presidente salió a sostener la idea de que la televisación de un deporte hiperprofesional no puede ser considerada como un derecho elemental de la población.
En el Centro Cívico cordobés, sostienen que esa sintonía fina ya se está plasmando en acciones, en especial por el avance de algunas antiquísimas promesas de la Nación con Córdoba que habían sido mandadas al archivo en los años de la glaciación de las relaciones entre la Casa Rosada y la Provincia.
Pero más allá de que debamos considerar como extraordinario lo que debió haber sido normal (como que la Nación arregle y mejore una ruta nacional), la armoniosa relación entre Macri y Schiaretti tiene secuelas sobre la política cordobesa.
Una es que le pone un techo a la oposición provincial, mayoritariamente compuesta por Cambiemos. Es decir, el margen de cuestionamiento que tienen radicales, macristas y juecistas cordobeses a un aliado de su jefe político es bastante acotado.
El Cambiemos cordobés tiene otro problema, además del techo bajo que le pone el noviazgo Macri-Schiaretti, y es que no puede exhibir una gestión local contundente. Eso es una limitante clave.
La administración más importante que tiene es la Municipalidad de Córdoba y la consideración de la gestión de Ramón Mestre sigue en baja, más allá del esfuerzo que hace el intendente por difundir por diversos canales y voceros no formales sondeos que le son beneficiosos.
A los de Cambiemos Córdoba se les complica hacerle señalamientos al Gobierno provincial cuando ellos se muestran débiles en gestión. Y no porque a la gestión de Schiaretti le sobre fortaleza ni mucho menos. Tiene cada vez más flancos expuestos, algunos productos del desgaste de casi 20 años de ejercicio del poder por parte del mismo signo.
Ruidos propios
En ese contexto, hay veces que hacen más ruido en el Ejecutivo provincial algunas quejas internas sobre la falta de información o de respuestas a los pedidos propios que los señalamientos opositores.
El resto de la oposición se limita a expresiones individuales que enfrentan quijotescas y solitarias tareas.
El kirchnerismo de Córdoba –con sus conocidos problemas de instalación ante la ciudadanía– ha sido sacudido como pocos por los vendavales de las revelaciones de corrupción.
Precisamente en este punto, Schiaretti también goza de una gran ventaja.
La Justicia que salió de la modorra y pone la lupa en la administración de los fondos públicos es la nacional. A los Tribunales provinciales de Córdoba no ha llegado la ola de transparencia, ni nada parece indicar que llegará por ahora, sino más bien todo lo contrario.
Y para el poder, lo ocupe quien lo ocupe, eso siempre es una buena noticia.
EN CÓRDOBA, A CAMBIEMOS SE LE COMPLICA PEGARLE A SCHIARETTI, ALIADO PRIVILEGIADO DE MACRI.