Dispensarios
Médicos y pacientes de estos centros de salud conviven a diario con los problemas. El vandalismo, los arrebatos y otros riesgos similares son moneda corriente.
Actos de vandalismo, robos y diferentes hechos de inseguridad están a la orden del día en los dispensarios de la ciudad de Córdoba.
Quienes trabajan en esos centros de salud deben acostumbrarse a vivir con el miedo.
La inseguridad que se manifiesta a diario en torno a los dispensarios de la ciudad de Córdoba parece haber curado de espanto a quienes concurren a diario a trabajar o por cuestiones relacionadas con su salud.
Es que la mayoría de las 98 unidades primarias de atención que dependen de la Municipalidad de Córdoba son objeto permanente del vandalismo o del accionar de los bandoleros de poca monta. Sobre todo aquellas ubicadas en las zonas periféricas de la ciudad.
“Acá, cada dos por tres, los chicos y adolescentes hacen tiro al blanco contra los vidrios que dan a la calle, con gomeras o armas de fuego”, dice Gladys Perea, empleada administrativa del centro sanitario 60, de barrio Marqués de Sobremonte.
“Por suerte no hemos tenido problemas serios de robo adentro, pero sí corremos riesgos cuando salimos a prestar servicios a la comunidad. También cuando venimos a trabajar temprano”, apunta Mariana Jaime, asistente social en el establecimiento de Nuflo de Aguilar y Tomás de Irobi.
“Si bien tenemos seguridad las 24 horas, no estamos exentos de sufrir actos de vandalismo, porque podemos hacer poco para evitarlos; las agresiones son a cualquier hora”, comenta con resignación Nicolás Zatyczyc, “Por suerte no hemos tenido problemas serios de robo adentro, pero sí corremos riesgos cuando salimos a prestar servicios a la comunidad; también, cuando venimos a trabajar temprano”, dice Mariana Jaime, asistenta social en Marqués de Sobremonte. médico encargado del lugar. Lo hace mientras señala un vidrio de la puerta de ingreso que tiene un orificio perfecto (como si se tratara de un impacto de bala) y otro de una ventana superior que rompieron a pedradas la semana pasada.
“Hay residentes o practicantes que no se animan a venir temprano porque a varios les han robado el celular u otras pertenencias en el trayecto desde la parada de ómnibus”, completa Zatyczyc.
La misma realidad
Una realidad parecida se vive en el dispensario 41 de Villa El Libertador, en el sur de la ciudad.
Nilda Silva, encargada de la unidad sanitaria, recuerda que el 23 de mayo de 2015 –pocos días después de que asumiera el cargo–, les robaron “por enésima vez” los tubos de gas de 45 kilos.
“Eso nos llevó a intensificar las gestiones para que nos conectaran a la red de gas natural; por suerte las autoridades municipa-