La Voz del Interior

Dolor en Italia y pesar en el mundo por el trágico terremoto

Entre los fallecidos hay muchos niños y jóvenes. Un pequeño pueblo quedó reducido a escombros.

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Una carrera contra el tiempo tienen los rescatista­s que intentan hallar algún eco de vida entre los escombros que dejó el desastre que asoló a Italia.

Tras el primer día de trabajo a destajo, removiendo escombros y buscando algún latido entre el horror, el saldo era de 159 muertos y de 150 desapareci­dos.

Detrás de estos números, la historias que comenzaron a trascender describían un drama aún incalculab­le.

“Este es un pueblo que está muerto. Está completame­nte destruido”, dijo el estudiante Federico Rocchi en Amatrice.

Se trata de un típico pequeño pueblo europeo que todavía impactaba por su estilo milenario. Hoy, todo aquel legado que se había logrado conservar, pese al paso del tiempo, terminó convertido en ruina.

El alcalde de Amatrice, Sergio Pirozzi, aseguró que media localidad resultó arrasada y que anoche estaban buscando algún lugar para tantos cadáveres. Pequeñas víctimas

En medio del desastre, también afloraron historias de esperanza.

Dos niños pequeños fueron rescatados de entre los escombros tras estar sepultados durante horas en Amatrice y Pescara del Tronto.

En esta última localidad, dos mujeres comenzaron a gritar al observar que una chica de sólo 10 años se movía entre las ruinas. Los alaridos fueron claves para que la pudieran salvar a tiempo, pese a que ya llevaba más de 16 horas bajo los escombros de una casa completame­nte destrozada.

Entre los fallecidos la mayoría eran niños y jóvenes, según reconoció el obispo de Rieti, Domenico Pompili, que explicó que se trata de localidade­s donde veranean muchas familias con sus hijos.

También hay decenas de niños entre los más de 368 heridos sólo en los pueblos de Amatrice y Accumoli, confirmó la ministra de Sanidad, Beatrice Lorenzin, al salir del hospital de San Camillo De Lellis en Rieti.

“Hay muchos niños. Muchos. Estos son los lugares donde los romanos venimos con nuestros hijos. Nuestras familias son originaria­s de estos lugares y había muchísimos abuelos con sus nietos”, agregó entre lágrimas Lorenzin, aunque no dio una cifra exacta.

El papa Francisco, en tanto, dijo que prácticame­nte se había quedado sin palabras.

“Escuchar al alcalde de Amatrice diciendo que la localidad en su conjunto ya no existe y saber que entre las víctimas hay niños me ha conmovido mucho”, afirmó.

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