Carlos Belloso, el vigilante bipolar
Protagoniza la comedia que se emite los lunes por la señal de cable TBS.
Daniel De Vicenci (Hernán Jiménez) y Ernesto Moguilesky (Ramiro Archain) son los nuevos empleados de “Panopticus, sistemas de vigilancia y seguridad”, una compañía global que en realidad utilizará a estos novatos como conejillos de Indias para encarar un proyecto de manipulación psicológica. Su jefe directo será Lombardi (Carlos Belloso), un desquiciado que los pondrá a prueba de manera permanente.
“La empresa de taxis El Pasajero Feliz nos contrató para monitorear el comportamiento de sus choferes”, les anuncia Lombardi en el primero de los 13 episodios de 26 minutos que TBS emite desde el 19 a las 23 –con repeticiones los viernes a las 0.30–. Ese es el punto de partida para una sucesión de situaciones absurdas que transcurren mayoritariamente en una oficina atestada de trastos, cuya estética remite a algunas tiras estadounidenses de la década de 1980.
Los vigilantes seleccionados son un exfutbolista obeso que aumentó de peso para que no lo reconozcan sus fans y un obsesivo estudiante de sistemas. “El coeficiente intelectual de ambos, combinado, llega a menos uno”, dice Belloso sobre los personajes de un elenco que se completa con Lucía Maciel en la piel de Ludmila, una empleada de mantenimiento, dueña de un carácter tan cambiante como el del jefe.
“Mi rol es el de controlar a dos aspirantes que tienen que moni- torear a los taxistas, pero a su vez también deben vigilarme a mí”, explicó el propio Carlos Belloso a
VOS.
–Entre tanto absurdo cuesta entender quiénes controlan y quiénes son controlados.
–Es que el futuro ya llegó y nos están observando todo el tiempo. El programa es como una especie de manual Leru de Michel Foucault. Tiene que ver con cómo estamos viviendo todos, grabados, observados. Hay un proyecto que es sórdido en sí mismo, controlar y tomar notas de lo que hacen algunos taxistas, pero al mismo tiempo se esconde algo mucho más aberrante que no voy a contar ahora para que vean el programa.
–Casi todo transcurre en un decorado chico, casi teatral.
–Que la mayoría de las escenas transcurran en una sola locación y que haya una rutina en los espacios te dan una precisión teatral. Al mismo tiempo, la pausa de la comedia y de la risa que viene termina de convertir este programa en algo que pertenece al género teatral, pero puesto en la tele. Me gusta mucho porque es una forma que me posibilita actuar de una forma absurda en esa oficina donde todo es apariencia. En este caso, vemos lo sórdido de forma desopilante en un formato de sitcom que me encanta porque además creo que, desde La Nena (protagonizada por Marilina Ross y Osvaldo Miranda que se emitió entre 1965 y 1970) para acá, tiene mucha tradición en la Argentina.
–Lombardi recuerda al Sr. De la Nata, el villano que hacía Gianni Lunadei. ¿Cómo hace para no repetirse en un medio que busca fórmulas hechas y exitosas?
–Si uno sabe y conoce los estilos y los géneros, siempre puede hacer algo distinto. Los actores formados frente a la cámara a veces tienden a repetirse. Por supuesto que hay casos diferentes como el de Juan Carlos Altavista que hizo de Minguito durante años porque le dio buenos resultados. Yo opto por buscar siempre nuevos registros, tomar cosas que vi y ponerlos en contextos diferentes. Me gusta armar rompecabezas y monstruos que pueden parecer nuevos pero que obedecen a viejas tradiciones. Obviamente puedo tener la referencia del Sr. De la Nata, pero no es que lo fui a buscar sino que está dentro de mí.
–¿Cómo describe a Lombardi, el jefe de “Vigilantes”?
–Es un jefe potenciado y bipolar que puede acariciarte con una mano mientras en la otra tiene una barreta de hierro que agarró después de consultar en Google la mejor manera de romperte la cabeza. No me inspiré en ningún jefe en particular, quizá en algún superior militar con esas características. Tuvimos jefes así, enton- ces esto es un documental (ríe).
–¿La referencia militar tiene que ver con su experiencia de vida durante la Guerra de Malvinas?
–Yo estuve en la guerra dando defensa en el aeropuerto de Río Gallegos con un cañón antiaéreo, y ahí pude conocer algunos jefes absolutamente bipolares. La actuación es eso: es poner en juego lo emocional que te pasó en la vida. Yo creo que, más que estudio de teatro, un actor tiene que tener calle. Tiene que haber conocido muchas situaciones en la vida para después transmitirlas y ser lo suficientemente sensible para poder expresarlas.
Humor argentino
Vigilantes cuenta con la participación especial de Pablo Fábregas, Gonzalo Urtizberea, Martín Rocco, Alejandro “Huevo” Müller y Edda Diaz, entre otros. Los libros son de Andrés Rapoport y de Alejandro Turner y la dirección, de Gustavo Luppi.
Es uno de los proyectos ganadores de los concursos de fomento a la producción audiovisual que el Incaa realizó hasta 2015. Su llegada a TBS engrosa la presencia de producciones nacionales que encontraron espacio en esa señal, como Psiconautas, Peter Capusotto y sus videos o TV or not TV.
Los productores de Vigilantes apuestan al éxito de esta primera temporada para tentar a Turner a financiar la siguiente. Por ahora, es una expresión de deseos.
“Más que estudio de teatro, un actor tiene que tener calle”, dice. Algo del trabajo le recordó sus tiempos en la Guerra de Malvinas.