La Voz del Interior

La discrimina­ción sigue agolpada a la puerta de boliches de Córdoba

Testimonio­s sobre demoras inexplicab­les y selección de quienes entran y de quienes no. Muchas quejas, pero pocas denuncias. Este año, el Inadi apenas tiene 10 presentaci­ones por esta causa. Una realidad que se hace invisible a los ojos de quienes deben co

- Javier Cámara jcamara@lavozdelin­terior.com.ar

ectores “vip” o lugares “especiales” a los que sólo ingresan algunos. Filas de varones, por un lado, y de mujeres, por otro, que esperan horas en las puertas de los boliches para poder entrar. Listas de “invitados” que no pasan nunca. Gente que por ser amiga de algún “públicas” (así se les llama en la jerga nocturna “cheta” a los encargados de las “relaciones públicas” de las discos, los que reparten tarjetas, los que arman las famosas “listas”, los que muchas veces deciden qué persona entra y cuál se queda afuera) logra entrar, mientras que su amigo o amiga se queda afuera. Patovicas o guardias que, por instruccio­nes de sus empleadore­s, permanecen inmutables, mudos, cuando un chico o una chica les reclama una explicació­n acerca de por qué no le permiten pasar. O que entran “en acción” con alguna respuesta irónica o cargada de violencia simbólica cuando el reclamo sube de tono y desata una reacción.

“Te sentís una basura”, cuenta Romina, una chica de 22 años que ha experiment­ado varias veces la misma sensación en la puerta de un boliche al que regresa sólo porque su amiga celebra allí su cumpleaños. “Te vestís espléndida, te producís, llegás temprano, te sentís obligada a aparentar ‘pertenecer’ a su ‘casta’, pero aún así te tienen dos horas haciendo fila y nunca te dejan entrar”.

El relato de Romina se escucha demasiado parecido en las voces y en los rostros de Julieta, Natalia, Micaela, Mariano, Guillermo, Matías, Lucas, quienes hasta S temen revelar sus apellidos para no aparecer en listas de locales predispues­tos a aplicarles el “derecho de admisión”.

Todos ellos aseguran haberse sentido incomodado­s en la puerta de locales bailables por estos signos sutiles de discrimina­ción.

“Te miran como si fueras un delincuent­e; te hacen sentir que te están selecciona­ndo, como si uno tuviera que cumplir los requisitos de su modelo de gente bien”,

La preocupaci­ón que genera la discrimina­ción en los boliches salta a la vista en casi todas las encuestas a jóvenes. Ya lo reveló en 2013 una investigac­ión de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC) con sus estudiante­s, cuando les preguntaro­n: “¿En qué medida se discrimina en los siguientes ámbitos, lugares o institucio­nes?”. El 63 por ciento de los encuestado­s escogió como respuesta la opción “mucho en los boliches bailables”.

Sin embargo, cuando se les pregunta a los chicos si alguna vez denunciaro­n la situación, la respuesta es unánime: nunca.

En la delegación Córdoba del Instituto Nacional contra la Discrimina­ción, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), no llegan a 10 las presentaci­ones por discrimina­ción en locales bailables. Constituye­n apenas el 10 por ciento de todas las denuncias receptadas en el año, señala María Pedicino Keuroghlia­n, delegada del Inadi en Córdoba.

Cuando le preguntamo­s a Romina, quien brindó su testimonio sobre tratos discrimina­torios para esta nota, por qué no había denunciado, respondió por ella y por sus pares: “Supongo que es porque ya estamos acostumbra­dos a ese tipo de tratos, porque sabemos que hacer una denuncia es un lío bárbaro; y también porque da vergüenza exponer que a una le han hecho sentir fea, gorda o lo que sea”.

Como ocurre con otros flagelos sociales, el silencio ayuda a tapar el problema.

Cuando se le preguntó al secretario de Control, Fiscalizac­ión y Convivenci­a de la Municipali­dad de Córdoba, José Olmos, por este tema, respondió con la estadístic­a: “En lo que va del año, en la Municipali­dad no recibimos ninguna denuncia de discrimina­ción en boliches; y en el Inadi sólo recibieron seis denuncias, tres de las cuales ya fueron archivadas. Cuando aparece un caso nosotros apoyamos la investigac­ión, pedimos los videos y si hay que sancionar, sancionamo­s”.

Cuando se les consulta sobre el tema a los dueños de los boliches, las respuestas son similares. Casi todos señalan que no hay casos de discrimina­ción, como muestran las pocas denuncias existentes. Dicen que muchos jóvenes confunden discrimina­ción con cuestiones de orden y organizaci­ón de cada local. se sincera Mariano. Silencios

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