Daños colaterales
Un tema que este año está en la consideración de los cordobeses es el costo y la gestión de la construcción del hotel Ansenuza de Miramar, en el este de la provincia de Córdoba.
Toda acción tiene diversas facetas por analizar, especialmente las que conciernen a los fondos púbicos, que es el dinero de todos los ciudadanos. En este caso, las controvertidas cifras producen un daño colateral, poco mensurado.
La presentación ante el Colegio de Arquitectos de facturación de honorarios basados en cifras muy inferiores al costo de obra ha derivado en aportes subvaluados a la Caja de Profesionales de la Ingeniería y Arquitectura, ley número 8.470, que producen un daño en perjuicio de los más débiles de la sociedad, los jubilados.
Dicha Caja paga un haber jubilatorio básico de 8.050 pesos a profesionales de la construcción que han aportado toda la vida, y esa cifra –incompatible con el costo de vida– es fruto de la repetición de hechos como el que nos ocupa, en los que obras de ingeniería y arquitectura de gran envergadura, públicas y privadas, aportan por debajo de la inversión o simplemente no aportan a la Caja Profesional, lo que corresponde por la ley número 8.470.
La derivación positiva podría ser que las ramificaciones del tema Ansenuza sean una oportunidad para que en el futuro se proceda como corresponde legalmente, en todos los ámbitos, y se eviten daños principales y colaterales.