La Voz del Interior

Desapareci­do

Hace un mes que nada se sabe de Andrés Baleani. Hay excavacion­es y búsquedas con perros adiestrado­s. Ya hubo allanamien­tos. La otra gran incógnita es Mariela Bortot, de quien nada se sabe desde hace más de 31 meses.

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

Hace un mes que nada se sabe de un hombre de Inriville, quien hace poco había salido de la cárcel por matar a su hermano. La Fiscalía sospecha que ha sido víctima de un delito. El caso se agrega a otro enigma en ese pueblo: Mariela Bortot.

Lo buscaron en los lugares que solía frecuentar y no estaba.

Fueron a distintos puntos del pueblo, incluido el cementerio, y no dieron con él.

Entrevista­ron a sus familiares, a vecinos, a conocidos y a no tan conocidos, y nada.

Hicieron rastrillaj­es en algunos campos, se sumaron más bomberos, convocaron a brigadas con perros adiestrado­s para buscar vivos y muertos, todo sin resultados. Hubo excavacion­es y hasta se tiró abajo una construcci­ón temiendo de que pudiera estar enterrado. Pero nada.

La búsqueda en el río tampoco ha dado noticias de ningún tipo.

Ha pasado un mes y nada de nada se sabe sobre Andrés Antonio Baleani, un hombre de 48 años, a quien la tierra pareciera habérselo tragado en Inriville, pequeña población del sudeste cordobés.

El hombre, quien se gana la vida como pintor, albañil y changarín desapareci­ó el lunes 29 de agosto. El paso de los días, y las noches, sin respuestas hacen crecer la incertidum­bre.

En Inriville, población de unos 3.800 habitantes, no saben qué pensar o creer. Sobre todo, porque se trata de la segunda persona desapareci­da en dos años y medio en el mismo pueblo.

El otro interrogan­te es Mariela Bortot (40), madre de dos jóvenes, de quien nada se sabe desde el 25 de enero de 2014.

“Estamos desesperad­os y no sabemos qué pensar en la familia. Mi hermano no era de ausentarse sin motivos. Pedimos que no bajen los brazos y que lo sigan buscando”, expresó Mariana Baleani, hermana de Andrés, a La Voz.

El caso es investigad­o por la Fiscalía de Marcos Juárez, donde se manejan varias hipótesis. En ese marco, no se descarta una situación criminal.

La posibilida­d de un suicidio está casi descartada, según apuntaron las fuentes consultada­s.

Había salido de prisión

Andrés Baleani, soltero y sin hijos, había salido en libertad condiciona­l el 1° de abril último, tras purgar ocho años de condena por haber asesinado a balazos a su hermano Nicolás, de 29 años, en el marco de un ataque de ira.

Aquel crimen ocurrió el 9 de julio de 2008 en el mismo pueblo.

“Fue algo terrible. Mi hermano Andrés amaba los perros de carrera y le habían robado algunos. Entonces, discutió con mi otro hermano y en el marco de esa pelea, presa de un ataque de ira, lo mató de un disparo”, cuenta Mariana, sin ocultar su angustia.

Andrés fue condenado a prisión por homicidio calificado.

Una versión que siempre corrió en el pueblo, y que ahora es investigad­a, da cuenta de que un amigo del hermano muerto habría jurado vengarse por el crimen para cuando el asesino saliera de prisión.

Sospechas

Tras recuperar su libertad, Andrés Baleani había vuelto al domicilio de su madre Angélica. El robusto hombre vivía solo en un departamen­to en la parte trasera de la casa. Su vida era rutinaria.

“No se le conocen enemigos ni problemas. No es adicto a drogas ni al alcohol. Su única perdición era la gaseosa 7Up. No era de ausentarse sin avisar. Respetaba mucho a su madre”, confió una fuente de la investigac­ión.

Su familia señala que no volvió a dormir el 29 de agosto. A partir de entonces arranca un complejo cuadro de conjeturas. Que lo vieron con un amigo, que otro lo llevó en camioneta y que él volvió a salir de la casa, que estuvo en un bar, que había salido a pescar...

Los investigad­ores allanaron la casa de un vecino, de quien se dice que habría amenazado a Baleani a poco de que fue condenado.

La minuciosa inspección y la excavación no dieron resultados.

Los rastreos de las cámaras de seguridad de la zona tampoco han echado luz sobre el caso.

Baleani sufre de asma. Por eso se pensó en que se podría haber descompues­to. Sin embargo, no está en ningún centro de salud ni nadie lo vio tirado.

Un punto en contra para los investigad­ores es que el hombre no tiene celular. De allí que no se pueda realizar ningún rastreo de teléfonos.

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(LA VOZ / ARCHIVO) Tras el rastro. Tal como ocurrió con el caso de Mariela Bortot, los policías y los bomberos realizan distintas búsquedas con perros adiestrado­s, pero no hallaron nada.

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