La Voz del Interior

Un luchador.

A Héctor Nallino le costó mucho aprender a caminar. Pero de grande se sacó el gusto: recorrió numerosos países, y a los 80 años acaba de completar en moto el trayecto entre Colombia y su Córdoba natal.

- Guillermo Lehmann Correspons­alía

De chico, tuvo parálisis. Hoy, a los 80 años, Héctor Nallino viajó de Colombia a Argentina en moto.

Corría 1936 cuando en un hogar humilde del paraje Cuatro Esquinas, cerca de Villa María, nacía Héctor Nallino Ellena. Según cuenta, cuando era muy pequeño tuvo severas dificultad­es motrices. Nadie imaginaba que podría vencer con tanto vigor esa dolencia.

A los 2 años, su madre hizo una petición en la iglesia de Reducción, del sur provincial, para que su hijo pudiera caminar. En su familia se rumoreaba que “era lisiado” y sólo algún milagro podría ayudarlo. Entonces fue que su madre hizo una promesa para pedir que su hijo tuviera una vida como el resto de los niños.

Es Héctor el que cuenta que una mañana, al tiempo de cumplir esa promesa, su madre lo vio despertars­e y caminar como cualquier otro niño, y avanzar hacia la calle. Como si nada. Creer o reventar, dijeron unos y otros.

Setenta y ocho años después de aquel episodio, Héctor acumula una historia larga, con su mujer y cuatro hijos, y diversos oficios.

Quizá marcado por aquel designio de infancia, además, se volvió un experto caminante. Recorrió media América, y ahora, a los 80 años, transitó 7.940 kilómetros en moto, solo, desde la Colombia donde vive hasta la casa de su hija Ana en Mendiolaza, sin ningún inconvenie­nte ni percance de salud.

La travesía que realizó en septiembre entre Colombia y Córdoba resultó, más que una aventura, un gesto de agradecimi­ento por la oportunida­d de llegar a esa edad con el acompañami­ento de sus afectos y el cumplimien­to de metas inesperada­s.

De abajo

“Desde muy joven empecé a trabajar con mis padres recolectan­do huesos y vidrios que después vendía en Villa María. También trabajé ordeñando vacas en un tambo que tenía la familia. Después de estudiar, fui a Córdoba y empecé a trabajar en un almacén de ramos generales, y ahí pude comprar mi primera moto. Y desde entonces el espíritu de estar en movimiento nunca se detuvo”, cuenta Héctor, mientras los ojos se le vuelven llorosos y la voz parece quebrarse.

Es que su relato nunca declina en el tono de agradecimi­ento por haber recorrido tanto territorio cuando en su infancia y adolescenc­ia ni imaginaba esas oportunida­des. “Siempre tuve sueños de viajar y conocer otros lugares, y nunca pensé que algo sería imposible. El desafío de superar obstáculos siempre fue un motor en mi vida”, agrega Nallino.

A los 18 años, decidió emprender su primer largo viaje a Venezuela, a visitar a un amigo. Luego llegó a Colombia, conoció a su mujer, formó su familia y estuvo radicado allí por más de 20 años. Luego regresaron a Córdoba, donde se desempeñó en distintas profesione­s hasta que decidieron volver a Colombia a comienzos de los ’90.

Mirar atrás

Ya consolidad­as su familia y sus expectativ­as, Nallino inició un proceso de reconocimi­ento y agradecimi­ento que formó parte de esta travesía en moto y tuvo otros objetivos, más sentidos.

“En el transcurso de mi vida y el vértigo de las cosas que nos pasaron no había tenido tiempo de pensar y agradecer todo lo que he vivido. Por eso me propuse realizar este viaje, valorando siempre tener los pies firmes y cumplir sueños impensados luego de caminar por nuestro país, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela y Colombia”, resalta.

Aunque esta historia de recorrer a sus 80 años casi ocho mil kilómetros en moto parece increíble, Héctor fue por más.

La semana pasada, completó casi 200 kilómetros a pie entre su Cuatro Esquinas natal y los diferentes pueblos que recorrió su madre hasta llegar a la iglesia de Reducción, cerca de Río Cuarto, para pedir por su salud cuando era un niño.

Él está convencido de que sin esa historia hoy no podría contar la que cuenta.

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(RAMIRO PEREYRA)
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