La Voz del Interior

Productore­s con nombre propio

Miguel y Rocío Pardo: la producción teatral de Carlos Paz queda en familia.

- Santiago Berioli Especial

El crecimient­o de Miguel Pardo como productor de teatro en Carlos Paz se vio reflejado notablemen­te en 2017. Más allá de su propio complejo de cuatro salas, el Holiday, junto a Eduardo Giordano impulsa shows en el Teatro Luxor, el Coral, el Libertad y en dos nuevos espacios de teatro concert (Luisa, en el casino; y LIV, en el ingreso a la ciudad).

Casi por ósmosis, su hija Rocío fue aprendiend­o los secretos de la actividad y, con tan sólo 22 años, la temporada pasada se animó a llevar a cabo Pabellón Tornú, una obra de teatro de inmersión que activó un de boca en boca popular y que repitió en 2017 con gran suceso. Con cartelito de “localidade­s agotadas” en todas sus funciones, la puesta se ofrece en un sector abandonado del hospital Colonia Santa María, donde el espectador recorre el espacio libremente, lejos de la convencion­al atadura de sentarse en una butaca.

Con el orgullo natural de un padre y mirándola a los ojos, Miguel describe a Rocío: “Se ganó el rol de productora por ella misma. Es bailarina desde los seis años y ya es profesora de danza. Ha estado becada en Nueva York, San Pablo y Madrid, y fue parte de Stravaganz­a. Ahora ya es productora de Pabellón Tornú, un espectácul­o del que habla todo el país”.

“Además de tener la sensibilid­ad de artista con la que nació, Rocío ha aprendido lo que es la producción, que tiene un costado absolutame­nte diferente y más frío. Esa es una combinació­n perfecta. Por eso digo que es mi sucesora natural y definitiva”, añadió. –¿Qué secretos te enseñó tu padre como productor?

–(Rocío) Desde los cinco años que voy a las reuniones con mi papá. Así fui aprendiend­o, de escuchar nomás. No sólo en lo laboral sino en cómo manejarse en lo personal. Fui aprendiend­o a la par suya. No es que me sentó y me dijo “tenés que hacer esto y esto”. Fue un aprendizaj­e de vida.

–¿Cómo nació “Pabellón Tornú”, una propuesta tan jugada y diferente?

–(Rocío) En 2015 vi una obra en Nueva York que me gustó mucho (Sleep no more) y me pareció muy difícil hacer algo así en Argentina. Pero de a poco se nos empezaron a dar las cosas, nos aprobaron el lugar, fuimos consiguien­do los muebles y el elenco fue apareciend­o, hasta que concretamo­s la primera versión del espectácul­o en 2016. Fue muy difícil, porque había que montar sobre un edificio, no en un escenario. Me tiré de cabeza y ahora quiero seguir por este camino, porque me encanta poder plasmar lo que hay en mi cabeza como artista y llevarlo a la producción. –¿Y hay lugar en Argentina para cosas así?

–(Rocío) Sí, porque gustó mucho. La idea es seguir con este tipo de teatro, que tuvo muy buena respuesta de público, porque es algo diferente, muy sensorial. Estaría muy bueno darle continuida­d al teatro de inmersión. Creo que la clave está en la pasión. Con muy poco dinero, pudimos hacer una obra que parece una mega producción. Está hecha con mucho compromiso. Pabellón Tornú es agotador, porque llegamos y nos ponemos a barrer el edificio, colgar la iluminació­n, pintar… Es un laburo importante y no me molesta, lo hago con gusto. –¿En qué te parecés a tu papá como productora?

–(Rocío) En el carácter y en que quiero estar en todo. Soy un poco la que pone los límites: esto se hace así y se hace así. Pero creo que yo soy un poco más blanda.

–(Miguel) Por ahora... (risas)

–¿Cómo fue generar esto como cabeza de una compañía, teniendo en cuenta que la ma- yoría de los artistas tiene tu edad o más?

–(Rocío) El casting se hizo entre gente muy talentosa de Córdoba y Carlos Paz. Para mí fue muy difícil decidir y conformar el elenco, por la proximidad con los chicos. Muchos de los que se presentaro­n eran compañeros míos. Una de mis mejores amigas audicionó y no tenía un papel para ella. Le tuve que decir que no. Fue muy difícil.

–¿Cómo imaginás a tu hija dentro de 10 años como productora?

–(Miguel) Quiero que produzca lo que la haga feliz. En lo laboral, sé que no tiene otro destino más que el éxito. Tiene la conducta del bailarín de ballet; tiene talento, sensibilid­ad y una visión muy decidida. Además, no le corre el cuerpo al trabajo, así que la imagino haciendo grandes cosas.

–¿Tienen pensado trabajar juntos?

–(Rocío) Sí, papá ya sabe el proyecto que tengo con él, pero no voy a contarlo. Hay un espectácul­o que quiero hacer, que es una idea nuestra muy particular y en un lugar muy especial. Quiero crearla sí o sí con él. Que sea de mi papá y mía, de nadie más.

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