Anomia y represión
Nuestra sociedad tiene un estado de desasosiego cuya raíz es que el Estado no les provee al individuo en particular y a la sociedad en general las herramientas necesarias para obtener el bien común. Creo que el origen de ese desasosiego radica en causas netamente políticas. Muchos dicen que radica en la “anomia” en la que está inmerso el pueblo argentino.
Yo opino que esa anomia es producto de la falta de represión por parte del Estado hacia aquellos que violan las leyes, lo que crea una sensación de impunidad generalizada y contagia el accionar delictual a todos los niveles.
El sociólogo Emile Durkheim definía la anomia como aquel proceso en el cual un determinado grupo dominante no provee a ciertos individuos las herramientas para cumplir sus metas y propósitos sociales. La manifestación anómica por excelencia y más general es el delito. Entonces veamos en dónde se verifica el incumplimiento del Estado. Sabido es que la norma jurídica (la ley) tiene como características la exterioridad, la heteronomía, la bilateralidad y la coercibilidad, siendo estas dos últimas las notas propias, exclusivas del ordenamiento jurídico.
La coercibilidad es la característica fundamental de la norma del Derecho, y significa que, en caso de violación del deber impuesto por la ley debe sobrevenir una sanción por parte del órgano competente del Estado. Pero en nuestra sociedad hay una ausencia total de represión por parte del Estado, debido a que los funcionarios tienen pánico de que los tilden de “represores”. Entonces no utilizan la potestad de sancionar a quien no cumple con la ley, y ese velo de impunidad se esparce por toda la sociedad y la sumerge en la anomia que padece.