A Bouwer, la acusada de liderar una banda narco
Elvira Calderón Guevara está sospechada de proveer cocaína a “quioscos” ubicados en distintas zonas de la Capital. En ocho años ya fue blanco de al menos siete allanamientos en barrio Alberdi.
Hay un punto de la ciudad de Córdoba que cuenta con prácticamente un récord en materia de allanamientos por tenencia y venta de cocaína. En unos ocho años, ese domicilio, que a la vez funciona como la presunta fachada de una pollería, viene siendo objeto permanente de allanamientos por causas de narcotráfico.
El local está ubicado en el barrio Alberdi de la Capital, a un par de cuadras de la Jefatura de Policía y, a su vez, a unos 200 metros de la Comisaría 2ª.
A fines de 2016, el lugar ya había sido allanado por pesquisas de la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA). La escena volvió a ocurrir nuevamente el viernes.
Los uniformados de la FPA allanaron, incautaron droga, dinero y se llevaron detenida a la dueña de la pollería: Rosa Elvira Calderón Guevara, una mujer de nacionalidad peruana de unos 50 años, quedó otra vez detenida por supuesta comercialización de estupefacientes. También fue allanada su casa, ubicada a pocas cuadras.
Acusada de narco, “la Elvira” –como se la conoce– fue trasladada a la Cárcel de Mujeres, que funciona en el establecimiento penitenciario de Bouwer.
La mujer está acusada de vender supuestamente drogas en esa pollería y, de forma paralela, proveer presuntamente de dosis de cocaína a distintos quioscos narcos que funcionan en los barrios Alberdi, Villa Páez, San Martín y Providencia, de la Capital.
Junto con Elvira, los pesquisas de la FPA se llevaron detenidos a dos hombres mayores de edad (también peruanos), sospechados de ser vendedores de droga. “Eran los supuestos ‘perros’ de la sospechosa”, comentó ayer una fuente de la investigación que quedó en el fuero provincial dedicado al narcomenudeo.
Otra vez, cocaína
El procedimiento se concretó el viernes pasado y se dividió en dos partes. Mientras una brigada allanaba la pollería ubicada en calle Chubut al 200, a media cuadra de la avenida Colón; de forma simultánea, otro grupo de la FPA irrumpió en un domicilio ubicado en calle Santa Rosa al 1800 (en inmediaciones), donde residía la hoy sospechosa.
Como resultado de los procedimientos, los uniformados secuestraron: una cantidad no precisada de dosis de cocaína, 23.400 pesos argentinos, 8.700 dólares, un Fiat Siena, nueve celulares y diferentes elementos probatorios relacionados a la investigación, se informó desde la FPA.
Elvira no se resistió al operativo de los policías.
Los operativos fueron derivación directa de allanamientos realizados en esos mismos domicilios a fines de diciembre de 2016.
En aquella oportunidad, los uniformados secuestraron unos 100 mil pesos en efectivo, además de 72 dosis de cocaína, y habían detenido a un hombre.
“Ya habíamos allanado esa pollería y la otra casa cuando terminaba el año y en aquella oportunidad, si bien se secuestró droga, no se la pudo detener. La investigación siguió y se la terminó deteniendo ahora porque supuestamente siguió vendiendo todo este tiempo”, indicó una alta fuente de la investigación. “La droga, obviamente, viene de Perú” añadió.
De forma paralela al allanamiento de la FPA, actuó personal de la Dirección General de Migraciones, dado que los tres detenidos son de nacionalidad peruana.
Trascendió que en el operativo, además, se identificó a otras seis personas de aquel país, a quienes “se les notificó que regularicen su situación de residencia”.
Allanamientos reiterados
Con los allanamientos realizados el viernes, es la séptima vez, por lo menos, que fuerzas policiales con órdenes judiciales allanan en los últimos ocho años esa pollería de calle Chubut (que de forma permanente cambia de nombre), como así también el domicilio de calle Santa Rosa, y secuestran drogas y elementos vinculados.
Tal como se publicó en La Voz a fines del año pasado, Rosa Elvira Calderón Guevara recibió allanamientos “positivos” tanto por parte de la FPA, como de la Policía Federal y de hasta la ex-División Drogas Peligrosas de la Policía provincial.
En una de las escuchas telefónicas, por una anterior causa, quedó en evidencia que la mujer habría contado con complicidad de policías cordobeses.