La Voz del Interior

Fuerte polémica entre Suvico y los countries

La Cámara de la Propiedad Horizontal demanda a Pedrocca.

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Ataque. El titular del gremio de los vigiladore­s (Suvico) aseguró que los administra­dores de countries venden seguridad y cobran expensas muy altas, pero no invierten en vigilancia y control.

Contraataq­ue. Anoche, la Cámara de la Propiedad Horizontal de Córdoba salió en defensa de los administra­dores de consorcios y conjuntos inmobiliar­ios y anunció que demandará al sindicalis­ta por sus dichos.

Un policía privado por cada uno público, ¿es mucho o es poco? ¿Significa una resignació­n del Estado a una de sus funciones básicas, que es la de velar por la seguridad de todos sus ciudadanos? ¿Es la aceptación tácita de que lo que hace es insuficien­te? ¿O de que es incapaz? Consideran­do que la insegurida­d es la preocupaci­ón ciudadana número uno de la sociedad desde hace años, ¿vamos hacia ciudades divididas por la grieta entre quienes se pueden pagar la vigilancia y los que están del otro lado, librados a la suerte de arreglarse como pueden?

Para el flamante secretario de Seguridad de la Provincia, Diego Hak, la tasa de uno a uno dista mucho todavía de lo que sucede en otras ciudades, aun las desarrolla­das. En América latina, el promedio es de dos privados por uno estatal. En Brasil hay cuatro agentes privados por cada policía, en Guatemala cinco y en Honduras casi siete. En la ciudad de Buenos Aires, los vigiladore­s privados son 36 mil, frente a 21 mil policías.

En Córdoba, en 2005, los agentes de policías eran 14.746. Hoy, al menos en los papeles, son 22.807: 58 por ciento más. Entre los vigiladore­s privados, el crecimient­o fue similar.

Pero la insegurida­d está lejos de ser morigerada. “El avance de las empresas privadas es mundial y lleva medio siglo”, sostiene Federico Lorent Valcarce, especialis­ta en seguridad e investigad­or del Conicet. “Es una oferta que existe en el mercado, para bien o para mal, pero que vende la promesa de que van a proteger al cliente, que compra la esperanza de tener algún tipo de resguardo”, dice.

“Nadie le puede garantizar la seguridad, porque es un trabajador que no está armado, con una calificaci­ón limitada, ganando poco y en un contexto de incremento del delito”, sostiene. Admite que cumplen una función “preventiva y disuasiva”, pero que se trata de un fenómeno “que vino para quedarse” y que los estados deben regular.

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