La Voz del Interior

El eterno duelo que provocan los largos tiempos de la Justicia

- Tomás Vázquez tvazquez@lavozdelin­terior.com.ar

La onda expansiva de un siniestro vial, ya sea con muertos o con lesionados de gravedad, es mucho más amplia de lo que se puede suponer en un principio.

Porque lejos está este tipo de casos de reducirse a los afectados de manera directa.

Toda su familia y su entorno son condiciona­dos por el incidente. Un duelo que parece infinito cuando la justicia no llega...

La vida de Laura López y de Carlos Algarbe cambió para siempre aquel anochecer del 18 de diciembre de 2010, cuando su hija Natalia fue embestida por una camioneta en la zona de los cuarteles, camino a La Calera.

Desde aquel momento buscan justicia, y con seis años y medio de lucha aún no la encuentran.

“Me acuerdo cuando fuimos con el abogado y la causa estaba archivada; estaba en un sótano. No nos dieron explicacio­nes de por qué estaba ahí”, dice Laura.

Y agrega: “La gente que atropelló a nuestra hija es poderosa. Es todo muy lento, la Justicia no hace nada y para nosotros, que hemos perdido lo más valioso, es demasiado; seis años y medio es mucho”.

El vehículo que atropelló a Natalia Algarbe, de 26 años, circulaba por la avenida Ejército Argentino.

La familia asegura que el auto iba a alta velocidad y que el examen toxicológi­co al conductor resultó positivo.

La foto de Natalia sobre el mueble de la casa de los Algarbe es adornada con aros por Tiziano, el hijo de la joven que quedó al cuidado de sus abuelos.

“Para Tiziano –que hoy tiene 10 años– es muy duro; fechas especiales como el inicio de clases, cuando todos van con sus madres y él no la tiene, son muy difíciles”, añade la abuela.

Los padres de Natalia no tienen consuelo. Consideran que la carencia de una resolución judicial agiganta este dolor.

“Para uno, que se haga justicia no va a devolver a la hija, pero espero que nos ayude a relajarnos, a cerrar la etapa. Y también significa que esa persona –el imputado– deje de andar, de una vez por todas, por la vida como si nada”, concluyó Laura. El altar de Adrián “Uno cree que una persona va a ir a la Justicia y va a obtenerla, pero hay muchos artilugios detrás de todo este aparato judicial, que hacen que los derechos de uno sean vulnerados”, cuenta por su parte, Luis Sosa.

El 23 de octubre de 2012 perdió a su hijo Adrián Sosa, cuando su moto fue embestida por una camioneta en la zona este de la ruta nacional 19, en la periferia de la ciudad de Córdoba.

“El vehículo entraba a alta velocidad por una colectora, mientras mi hijo estaba agachado al costado del camino viendo su moto rota. La imprudenci­a y negligenci­a del conductor causó la muerte de mi hijo, y desde ese momento me encuentro luchando para que esa causa tenga un debate en la Justicia”, explica Luis.

El dolor del hombre se transforma en bronca tanto por el tiempo que lleva esperando una resolución como por las distintas maniobras que, según dice, utiliza la defensa para extender el proceso.

“Queremos que haya una sanción. Al imputado no se le quita el registro, y durante el proceso de años esa persona sigue conduciend­o. Si se le quita el carné, si se lo detiene, el mismo imputado va a querer acelerar la causa; pero como está ahora, le conviene que no se avance”, apunta.

Consciente de que su hijo no va a regresar, se aferra a que la Justicia lo lleve a encontrar la calma.

“Va a ayudar a cerrar el duelo; buscamos que se resuelva la causa para hacer nuestro duelo. Nosotros no queremos que el imputado se muera en la cárcel, pero sí que se haga responsabl­e de su imprudenci­a, de su inconscien­cia, que sufra la condena, sea cual fuere, porque por acción u omisión cometió un delito”, cerró.

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