La Voz del Interior

Señales necesarias

- Gerente General Osvaldo Salas | Director Periodísti­co Carlos Hugo Jornet

La causa judicial por delitos de corrupción que conmueve a Brasil e impacta de lleno sobre gran parte de su dirigencia política, denominada “Lava Jato”, comienza a golpear el escenario argentino.

Un arrepentid­o que colabora con la Justicia brasileña declaró por teleconfer­encia ante el fiscal Federico Delgado y ratificó sus denuncias contra el actual jefe de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI), Gustavo Arribas, formuladas en su momento ante el juez brasileño Sergio Moro.

Delgado investiga si se pagaron coimas por una planta potabiliza­dora en Tigre, Buenos Aires, dependient­e de Aysa, que estaba bajo el mando del exministro de Planificac­ión Julio de Vido. El brasileño arrepentid­o admite haber sido el encargado de pagar las coimas de la empresa constructo­ra Odebrecht.

Esa coima en particular rondaría los 850 mil dólares y se habría pagado a través de una serie de transferen­cias bancarias a una cuenta radicada en Suiza. El beneficiar­io habría sido Arribas, quien negó todo a principios de este año, tras una investigac­ión del diario La Nación.

Por supuesto, una declaració­n en sede judicial tiene mucha más relevancia que un artículo periodísti­co, por muy intachable­s que sean las fuentes consultada­s por el autor de la nota. Con todo, la Justicia argentina debe completar una serie de medidas de prueba para corroborar las afirmacion­es del brasileño arrepentid­o. Por caso, solicitar vía exhorto copia de la documentac­ión que respalde los dichos del declarante.

Estamos ante el principio de una compleja red de causas judiciales que habrá que seguir con suma atención. La empresa Odebrecht reconoció ante la Justicia de Estados Unidos que en nuestro país, entre 2007 y 2014, pagó coimas por unos 35 millones de dólares.

Si la obra de Tigre representa menos de un millón, ¿a dónde se destinaron los otros 34 millones y fracción y en qué manos terminaron? La empresa le habría propuesto a Delgado identifica­r a todos los que cobraron, si se firma un acuerdo de cooperació­n.

Mientras la Justicia investiga, Arribas debería dejar su cargo. Por voluntad propia o por expreso pedido del Presidente, como se prefiera. Pero no es una buena señal que el jefe de la Inteligenc­ia de cualquier país sea investigad­o por corrupción. Cuando se publicó el artículo de La

Nación, varios miembros del Gobierno nacional reaccionar­on negándole veracidad. El propio Arribas se presentó ante una comisión bicameral del Congreso para asegurar su inocencia. La diputada Elisa Carrió promovió la denuncia penal por la cual el fiscal Delgado recogió esta semana el testimonio del arrepentid­o brasileño. La situación cambió de modo drástico. Su apartamien­to, al menos mientras se sustancia la causa, sería una buena señal.

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