Sentido del humor
Ya sabemos: DC pierde. Las películas de la franquicia son solemnes hasta el bostezo. Uno se siente más bien amenazado, sin respiro frente a la pantalla (lo cual es, en cierta medida, un mérito en una de superhéroes). Una suerte parecida pero distinta es la que corre Escuadrón Suicida: cuando uno termina de verla, flota la pregunta de qué salió mal. Harley Quinn debería ser graciosa e incitante, y es sólo una constante irritación gangosa. El Guasón parece sacado de un videojuego mal hecho, o de la incomprensiblemente célebre SpringBreakers. Will Smith no puede hacer nada para salvar los cuasi chistes del guion. Es obvio que los personajes de Guardianes de la galaxia, Vol. 1 son aspirantes a llevarse el rubro. La incapacidad de Drax para salir de la literalidad, su ternura, sus arrebatos de irritación; la tragicómica condición de Rocket Racoon (un experimento único en su especie); y la necesidad de Peter Quill de ser reconocido como Star Lord, sumado al baile con canto a capela del final, le dan muchos puntos al equipo. Pero los Vengadores pueden prescindir incluso de Spiderman, porque tienen a Tony Stark. El personaje de Robert Downey Jr. dice chistes muy buenos hasta cuando está por morir su mujer, pero se lleva la palma en Iron Man 3. Un niño acaba de ayudarlo a vencer a los malos en un pueblito perdido de EE.UU. y a reparar su armadura. Stark está por abandonarlo. El niño intenta manipularlo con su orfandad, pero cuando ve que no funciona le dice a Tony que tiene frío. Stark arranca el auto y contesta impostando una voz tierna: “Sé que tenés frío. ¿Sabés cómo lo sé? Porque estamos conectados”. Y arranca el auto y se va. Chapeau.