Mucho más que un 007
Fue uno de los James Bond más entrañables, con siete películas de la franquicia con su protagonismo. Brilló también en televisión. Historia de un hombre simple que fue símbolo sexual, héroe de acción y hombre de familia. Se había retirado en 2009 y fallec
Cuando un artista muere, lo más frecuente es que se repasen los hitos de su carrera, que se destaque aquello que lo hizo trascender y que el recuerdo ponga a la persona en el podio que el público y los afectos consideren necesarios. El caso de Roger Moore no escapa a la regla. Considerado el más longevo de los actores que interpretaron al agente 007, Moore se subió al bote de la saga nada menos que en siete oportunidades, marcando así un récord sólo empardado por Sean Connery, quien, aunque estuvo en igual cantidad de filmes como el mismo personaje, hubo una película de él que no se considera parte de la franquicia. Moore decidió retirarse del espionaje ficcional por varias razones, pero una de las que esgrimió con mayor vehemencia fue que sus compañeras de elenco podrían ser sus hijas, y que ya no estaba para esos trotes de galán maduro.
La historia del sex symbol comenzó antes de 007, cuando le tocó ponerse en la piel de Simon Templar, una especie de Robin Hood aggiornado que les sacaba dinero a los criminales. Moore llevó la aureola de El Santo desde 1962 hasta 1969. E inmediatamente después pegó el salto a otro proyecto, en el que se convirtió en lord Brett Sinclair para la serie Dos tipos
audaces. En ella compartía elenco con Tony Curtis, y ambos personificaban a dos acaudalados aventureros que repartían su tiempo libre resolviendo misterios y ayudando a la gente, sobre todo a mujeres despampanantes. Aunque parece que fue mucho tiempo, Dos tipos
audaces sólo estuvo al aire por 24 capítulos de una sola temporada. Ceros a la izquierda
El año 1973 inaugura el calendario del papel por el que sería más recordado, el del agente que todo lo podía, y que lo tuvo en pantalla grande durante más de una década en las entregas que protagonizó. Durante ese período, Moore gozó de todos los beneficios de ser una estrella de Hollywood. Entre sus amores se cuentan un matrimonio con Doorn Van Steyn, otro con Luisa Mattioli, uno con Dorothy Squires y finalmente uno con Kristina Tholstrup.
Pero el actor, en la vida privada, estaba bastante lejos del carácter de su personaje espía, a pesar de que pidió expresamente que en cada una de las películas hubiera una escena en la que lo dejaran manejar un bote. Era un confeso detractor de las armas de fuego, principalmente por su fobia, nacida luego de un incidente con su hermano, quien le disparó en la pierna cuando tenía 14 años.
Como la imagen suele ser lo más importante, Moore aceptó usar en la cabeza una peluca discreta para compensar lo poco tupido de su propia cabellera. Para su séptima interpretación de Bond pidió un doble para las tomas en las que hubiera que hacer despliegue físico, ya que se sentía ridículo corriendo a su edad frente a cámara. Historia simple Roger Moore cumplió el destino de las figuras icónicas que suelen quedar olvidadas en el cajón de las nostalgias. Y si bien tras dejar al agente secreto en manos de Timothy Dalton se alejó de las luces del estrellato, con 58 años todavía tenía ímpetu. Su regreso al cine y a la televisión (muchas colaboraciones, parodias y una que otra producción cinematográfica que recibió un par de buenas críticas) no reportó el beneficio esperado, y, tras una larguísima pausa laboral, anunció al mundo que dejaba la carrera de actuación.
Se había forjado a sí mismo; hizo el servicio militar en el Departamento de Inteligencia (decía que eso no le había servido para componer a James Bond), luego pasó a ser un modelo masculino sexy que robaba por hobby las toallas de los hoteles que visitaba, y terminó vestido de centurión romano en su primer papel en el cine. Ya entonces sabía que lo suyo eran las cámaras, así que se tiró de cabeza en la Royal School de Arte Dramático de Londres, y se mantuvo a flote con bolos en teatro y en la radio.
Nada le hacía sospechar el salto que significaría su participación en la franquicia de los agentes de esmoquin. Cuando firmó el contrato tenía 45 años y ya era padre de tres hijos (Deborah, Geoffrey y Christian Moore), pero sólo su hija mayor incursionó en el cine; de hecho, la más grande de los Moore hizo una participación en 2002 para una película de Bond interpretada por Pierce Brosnan.
La herencia de Roger Moore va más allá de su paso por el cine, y aunque los papeles que lo hicieron brillar también lo encorsetaron, es imposible dudar de que vivirá en la memoria de sus fans como el más grande de todos los 007.