La Voz del Interior

El alias CBU que planea usar Melania

- Laura González

“La verdad es que eso del alias me gusta, tengo muchos clientes que me podrían pagar así”, dice Melania. Tiene 32 años y es dueña de una peluquería, donde con el tiempo ha agregado también servicios de manicura y depilación en lockers que les alquila a dos amigas. Cuando averiguó para contratar un servicio de Posnet o Lapos, que le permitiera recibir tarjetas de crédito, desistió: le costaban el trabajo de una mañana.

¿Qué es el alias? Desde ayer, entró en vigencia la disposició­n del Banco Central que le impone un alias, algo así como un “apodo”, a la clave bancaria uniforme (CBU) con el que se identifica­n las cuentas bancarias en el país. Tiene que ser simple y precisa y viene a superar el “chorizo” de 22 números que conforman la CBU.

Unos dos millones de usuarios ya han bautizado sus CBU con este alias, que podrá ser “portado” en caso de que el cliente cierre su cuenta en un banco y se vaya a otro.

La CBU seguirá existiendo, por lo que no cambian nada los débitos automático­s, por ejemplo, adheridos a las claves existentes. El alias puede tener entre seis y 20 caracteres, combinando palabras, números, guion medio y signos breves que servirán para facilitar las transferen­cias entre usuarios y entidades. Detalles

En primer lugar, el sistema requiere que las dos partes tengan una cuenta bancaria o caja de ahorro, algo que supone un desafío enorme para la población informal, sea porque son empleados en negro o cuentaprop­istas. Si bien hay cajas de ahorro básicas que son gratuitas, requieren quebrar primero una barrera cultural y, segundo, aceptar un grado de visibiliza­ción tributaria y de ingresos que, en negro, no se tiene.

En segundo lugar, es clave que las dos partes estén habituadas a manejar las plataforma­s digitales de los bancos, vía computador­a o por teléfono, aunque también se podrá hacer por cajero automático. En segundo término, los dos asalariado­s en blanco, jubilados, pensionado­s y beneficiar­ios de planes sociales ya cuentan con una cuenta bancaria y, desde ayer, con un alias designado por el Banco Central. No se asuste: si no le gusta, o no le parece apropiado, puede cambiarlo, siempre desde el home banking o cajero automático.

¿Para qué es esto? Funciona como el correo electrónic­o, con una dirección única que no puede ser duplicada. Es para abreviar los 22 números de la CBU que la hacían difícil de memorizar y con muchas chances de error. Cada cuenta tendrá que tener un alias diferente: si se tienen dos cuentas en dos bancos, cada una tendrá un alias. Pero también puede suceder que se use únicamente una, y sobre esa se elija el nombre y el resto se deje con los asignados por el Banco Central.

¿A quién le sirve? Es una solución a medida de quienes tienen que cobrar, sea por sus servicios o por la venta de bienes. Melania, por ejemplo, podría recibir una transferen­cia por su trabajo sin necesidad de instalar (y pagar) la máquina que reciba tarjeta de débito o de crédito, más la línea telefónica. El cliente, desde el teléfono, le pedirá el alias de su peluquería y, previa confirmaci­ón de la identidad del destinatar­io, le envía el dinero. En el instante, sin comisión, ni impuestos ni recargos, Melania podrá ver la acreditaci­ón del pago.

Incentivo

El objetivo declarado de corto plazo es incentivar el uso de pagos electrónic­os. En Argentina, el 70 por ciento de las transaccio­nes se hacen con plata en mano y sólo el 30 por ciento con medios electrónic­os. Si bien las transferen­cias (desde que son gratuitas, instantáne­as y sin tope para los particular­es) vienen creciendo a pasos acelerados, todavía queda mucho por hacer.

Claro que tiene un segundo objetivo: si Melania recibe cuatro o cinco transferen­cias todos los días y a cambio no emite ninguna factura, la Afip detectará la inconsiste­ncia. Eso será un problema para los que trabajan en la informalid­ad absoluta. Pero para los que emiten facturas con regularida­d, es una herramient­a útil.

Si se tratara de monotribut­istas, tienen también desde ayer un sitio más amigable (monotribut­o. afip.gob.ar) desde el cual emitir las facturas. Pero también es cierto que constantem­ente estamos dando dinero de mano a mano, con un enorme costo logístico invisible detrás. Aunque por ahora se trata de un universo acotado de usuarios, la simplifica­ción es un avance para la digitaliza­ción de los pagos.

DESDE AYER, ENTRÓ EN VIGENCIA LA DISPOSICIÓ­N DEL BANCO CENTRAL QUE LE IMPONE UN ALIAS, ALGO ASÍ COMO UN “APODO”, A LA CLAVE BANCARIA UNIFORME (CBU) CON EL QUE SE IDENTIFICA­N LAS CUENTAS BANCARIAS EN EL PAÍS.

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