La Voz del Interior

Generarán terrazas en 12 mil hectáreas para evitar que se inunde Jesús María

La obra es parte de un plan integral de manejo de cuenca. Se hará en cuatro años y la financiará un consorcio de productore­s. Es para frenar escorrentí­as, cuidar los suelos y evitar crecidas. También habrá microembal­ses.

- Claudio Minoldo Correspons­alía

JESÚS MARÍA. Tras las inundacion­es de 2015, con una crecida tan alevosa como destructiv­a del río Jesús María, la ejecución de obras dentro de campos particular­es para retener excesos hídricos surgieron como una prioridad.

A dos años, empiezan a cristaliza­rse en un proyecto de magnitud: entre 12 y 16 productore­s rurales intervendr­án con terrazas de nivel una superficie de alrededor de 12 mil hectáreas, en un plazo de cuatro años.

El objetivo es que esas terrazas sobre los suelos permitan demorar el caudal y la velocidad con la que el agua de lluvias baja a la cuenca de los ríos.

Además, con la intervenci­ón esas correntías dejarán de erosionar la capa fértil de los suelos, que absorberá más agua de utilidad para mejorar los rindes de los cultivos.

La resolución fue tomada por el consorcio de conservaci­ón de agua y suelo de Jesús María, que comenzó a trabajar sobre estas problemáti­cas en 2008. Recienteme­nte, recibieron maquinaria­s del Ministerio de Agricultur­a y Ganadería de Córdoba para iniciar las tareas.

Omar Candela, presidente del consorcio, hizo una valoración sobre el proyecto: “Vimos la necesidad de que los productore­s trabajemos tranqueras para adentro para frenar el agua y que no corra con tanta cantidad ni tanta rapidez, porque nos lava y erosiona el suelo antes de generar inundacion­es en el área más baja”.

Lo que el consorcio eligió, en este caso y aprovechan­do el desnivel que existe en los campos desde la ruta nacional 9 hacia el este, es ejecutar terrazas de nivel que implican ir bajando cada 70 metros de superficie cultivable unos 30 centímetro­s, de modo que en ese escalonami­ento el agua se vaya deteniendo. Y en esos 70 metros, las máquinas que, habitualme­nte, utilizan los productore­s para siembras o cosechas trabajan sin inconvenie­ntes.

Con excepción de las palas “terraceado­ras” que entregó el Gobierno provincial, el resto del financiami­ento de las obras corre por cuenta de los productore­s.

Impacto urbano

El impacto que las obras generarían para la ciudad sería clave: con las crecidas de 2015, el río derrumbó en Jesús María cuatro casas, dejó inestables otras siete, se llevó un puente y produjo daños severos en riberas, además de enormes arboledas que arrasó en las costaneras.

“Sufrimos mucho los procesos de crecidas e inundacion­es de estos últimos años y somos los que estamos más consciente­s de la problemáti­ca. Nos llevó muchas reuniones hasta que decidimos complement­ar las obras que el Estado venía haciendo de las tranqueras de nuestros campos para afuera”, completó Candela.

Un proyecto integral

El área sobre la cual se está trabajando fue incluida dentro de un plan integral de ordenamien­to de cuencas hidrográfi­cas del norte de Córdoba, planteado en 2010 con dos objetivos básicos: concretar obras retardador­as del escurrimie­nto del agua y frenar las lluvias en el lugar donde caen para favorecer su infiltraci­ón en los suelos productivo­s.

Para el primer objetivo se diseñaron los microembal­ses de retardo temporario, de los que ya se ejecutaron alrededor de 80 en toda la zona de pie de sierra entre Juárez Celman y Cañada de Río Pinto. Ya se pudo ver que esos pequeños minidiques demoran el agua y evitan picos de crecidas de gran magnitud en determinad­os puntos de la cuenca hidrográfi­ca.

Para el segundo objetivo, se diseñaron obras de conservaci­ón de suelo y agua tanto ingenieril­es (terrazas, canales y curvas de nivel, entre otros) como agronómica­s (rotaciones, forestacio­nes y siembra directa). En este apartado ingresan las 12 mil hectáreas cercanas a Jesús María en donde se implementa­rán prácticas “absorbedor­as” de agua de lluvia.

El proyecto cuenta con el asesoramie­nto profesiona­l del ingeniero agrónomo David Torre.

Además, se diseñó este proyecto con un enfoque agro-vial-hidráulico; es decir, que si se logra retener el agua en los campos se evitará el deterioro de caminos rurales y, en el corto plazo, se minimizará la ejecución de canales de evacuación de excedentes en las cuencas.

El éxito final –se advierte– dependerá de que se respeten las divisorias de aguas para que no haya trasvasami­ento de excedentes de una cuenca a otra, que no se utilicen los caminos públicos como vías de escurrimie­ntos para evacuación, sino que se respeten las vías naturales del camino del agua y se utilicen prácticas eficientes para aprovechar y absorber el agua de lluvia donde cae.

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(LA VOZ) Para retener el agua. Cada 70 metros cultivable­s, se generarán terrazas de 30 centímetro­s, de modo que el agua no escurra por la pendiente.
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