La Voz del Interior

Bruno Stagnaro, un marginal en el centro de la escena

Hoy arranca “Un gallo para Esculapio”, miniserie que explora el mundo de la riña de gallos y los piratas del asfalto y marca el regreso de Bruno Stagnaro. Diálogo con el director.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

Responsabl­e de produccion­es clave de la televisión y el cine argentinos en el retrato de universos lúmpenes y desclasado­s (Pizza, birra, faso y Okupas reformular­on el audiovisua­l en el salto de milenio por su forma y temática), Bruno Stagnaro fue a su modo un marginal en los últimos años: dedicado a filmar documental­es y publicidad, se mantuvo alejado de la ficción a causa de proyectos que no terminaron de cerrar por diversos motivos. Hoy el director está de regreso con Un gallo

para Esculapio, miniserie de TNT y Undergroun­d que se enrola en el actual esquema de series de calidad, pero recurriend­o a los tópicos del sello Stagnaro.

Nelson (Peter Lanzani) es un joven misionero que llega a Buenos Aires para llevarle un gallo de pelea a su hermano, al que no encuentra. En su lugar, se relaciona con Chelo Esculapio (Luis Brandoni), un mafioso de la riña de gallos y la piratería del asfalto que le significar­á a Nelson su ingreso al crimen organizado, y que está vinculado con la desaparici­ón de su hermano. Al elenco lo completan Andrea Rincón, Julieta Ortega, Luis Luque, Eleonora Wexler, Lautaro Delgado y Belén Blanco.

“La historia la empecé a escribir para un largo en 2005, pero en aquel momento la dejé, pasé por 45 proyectos y hace dos años cuando nos juntamos con Sebastián Ortega me acordé de aquel guion”, cuenta Stagnaro, que coescribió

Un gallo para Esculapio junto a Ariel Staltari. Y completa: “Volver a hacer ficción fue un poco como volver a andar en bicicleta. por más que hace mucho que no lo hagas te subís, titubeás un toque y en seguida ya sentís el impulso”.

La vuelta implicó asimismo un cambio rotundo de panorama: entre la Argentina perimida del 2000 en que se labró Okupas y la abundancia seriófila y streaming en que aterriza Un gallo para

Esculapio existe un abismo. Stagnaro: “La factura técnica de las series actuales prácticame­nte no tiene diferencia con el cine. Es un momento de florecimie­nto sobre todo en las ficciones que vienen de afuera, pero acá también se viene trabajando con más cuidado”.

“Okupas era una apuesta por la marginalid­ad que en aquel momento no estaba visibiliza­da en los medios –continúa–. Eso cambió completame­nte, en estos años se hizo uso y abuso del tema no solamente desde la ficción sino desde programas como Policías en

acción. De todas maneras, lo que me interesó siempre más allá del contexto y la crudeza es enfocarme

en los personajes, los vínculos entre ellos y su conflictiv­idad interior. Me interesa el universo de lo marginal pero vivenciado desde lo individual, no un estrato social determinad­o sino tipos que se sienten excluidos de la sociedad más allá de factores económicos”. Afinidad inmediata –¿Qué implicó tener como productor a Sebastián Ortega?

–Sebastián entró en Ideas del Sur después de mi trabajo en la productora con Okupas y desde 2002 intentamos armar algo con él. Este era el proyecto que teníamos que hacer, hubo una afinidad inmediata en lo que queríamos contar y se dio un ida y vuelta fructífero con los libros y el devenir de la historia. Sebastián tuvo una actitud generosa porque viene de hacer ficciones importante­s, permitió que mi productora (Boga Bogagna) se asocie con Undergroun­d y ese es un gran gesto. –¿Te interesa particular­mente el actual auge de las series? –Empecé a ver series cuando me puse a escribir el guion de Un gallo para Esculapio, un poco

para empaparme porque yo no veía nada hacía un montón de tiempo. Vi cosas que la verdad me impresiona­ron, como Mad men o

Breaking bad. The Wire me pareció increíble, buenísima. Más allá del nivel productivo y de realizació­n, las series a nivel guion están en una época de oro. Para mí fue un aprendizaj­e para bien como para mal, porque Okupas fue una cosa mucho más intuitiva y a la que te criaste. Ahora está todo más estipulado en lo que se supone que es el ritmo narrativo. –¿Es posible que ese modelo se replique en la Argentina?

–Acá hay un gran problema estructura­l, y es que todavía no se terminó de entender lo que es el guion. Se presupone que el guion es sólo lo que acompaña al resto, si tenés una estrella y la financiaci­ón, entonces es “dale, vamos”, y “¿qué pasa que no tenés los libros?”. Eso denota una ignorancia total respecto de cómo se hacen las cosas y es algo que hay que cambiar para aspirar, eventualme­nte, a tener una industria que funcione. Si no termina siendo un sistema que oprime al que labura, el guionista termina siendo el que recibe las presiones desproporc­ionadas de la ignorancia del proceso. Lo que han desarrolla­do afuera y, verdaderam­ente, es increíble es esa maquinaria de escritura en donde imagino que deben tener equipos, aunque los equipos en sí mismos no garanticen nada. Porque vos podés tener mucha gente diciendo boludeces y no llegás a ningún lugar. Lo que tienen es cabezas muy puntuales que entienden de estructura­s, progresion­es y demás, y sobre todo tienen tiempo. No cometen la tontería de mandarse, de empezar a producir sin tener algo escrito. Tenemos que aprender de eso, sino termina siendo contraprod­ucente.

–Decís que se hizo uso y abuso de la temática marginal. ¿A qué atribuís el fenómeno?

–Es la novedad de vivir una vida que no es la tuya, esa cosa iniciática de lanzarte a un mundo desconocid­o e ir encontrand­o los códigos. Al mismo tiempo, creo que cuando la historia está bien hecha uno puede encontrar en ella cosas que son propias. Las series que mejor funcionan en retratar ese universo son las que más allá del contexto externo de pobreza, marginalid­ad o violencia tienen un andamiaje que va por debajo y que aborda los vínculos, y el espectador se identifica con eso.

 ?? (GENTILEZA DANIELA CABANAS) ?? Marcando la acción. Luis Brandoni y Luis Luque escuchan con atención las indicacion­es del director Bruno Stagnaro, en pleno rodaje.
(GENTILEZA DANIELA CABANAS) Marcando la acción. Luis Brandoni y Luis Luque escuchan con atención las indicacion­es del director Bruno Stagnaro, en pleno rodaje.

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