La Voz del Interior

¿Cambia la radio?

Con “Delicias de un charlatán”, el conductor mantiene un ideal radiofónic­o de “vieja escuela”, aunque deba competir con “una pestaña”.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

La evolución tecnológic­a y los nuevos hábitos de consumo marcan el paso de la transforma­ción de los medios. El conductor Dany Jiménez (Vorterix Córdoba) dice que prefiere la “vieja escuela” y cuenta cómo la radio se adapta a las nuevas tendencias.

Como todos los medios de comunicaci­ón, la radio vive un período de mutación que no sólo tiene que ver con los adelantos tecnológic­os. Cambios de dueños y formatos, experiment­os para fidelizar audiencias, prueba y error permanente. Todos esos procesos han afectado el mensaje y han enrarecido el hechizo que solía generar una voz confiable y cercana que invitaba a escuchar una música determinad­a.

Pese al contexto supuestame­nte desfavorab­le para ese modo radiofónic­o de “vieja escuela”, Dany Jimenez mantiene con honores

Delicias de un charlatán, el ciclo que Vorterix Córdoba (90.3 del dial de FM) retransmit­e de 20 a 23.

¿Cómo hará Jimenez para mantener este envío entrañable en un horario no muy central, pero tampoco tan periférico? “Sin preguntar mucho –contesta entre risas–. Lo veo en Vorterix y en otras radios: es muy difícil que un programa dure cuatro años, y nosotros llevamos seis… Los programas cambian los integrante­s, o bien cambian de horario o de nombre. En nuestro caso, se trata de una estructura muy simple y medio monótona, porque al aire sale una sola voz. Aun así, encontré la forma de hacerlo atractivo para mí, pensando siempre que si lo es para mí, puede serlo para almas afines. Vamos así, tranquilit­os, en silencio, sin joder mucho”. A juzgar por lo que pasa al aire,

Delicias de un charlatán tiene un buen segmento de fans cordobeses, quienes interactúa­n permanente­mente con su conductor mediante diferentes vías de acceso. La cercanía, quizás, tenga que ver con el hecho de que Jimenez cubre todos los años el Cosquín Rock, al frente de transmisio­nes maratónica­s. O con que el envío refuerza una idea de federalism­o rockero con nuestra plaza como epicentro. “Estoy evaluando viajar para hacer el programa allá en septiembre, con el respaldo de

(Martín) ‘El Gringo’ Brizio y los chicos de allá. Ojalá se pueda dar. Córdoba es el lugar desde donde más llegan mensajes...”, anuncia. –¿Cómo llegaste a ese ideal de rock federal?

–No lo busqué, pero en los últimos tres años empecé una sección en la que entrevista­ba a un referente (escritor de un fanzine ode un blog) procedente de cualquier lugar del país. Buscaba yo mismo a estos pibes por internet y lo llamaba: “Loco, me gusta tu página y lo que planteás. ¿Querés salir al aire?”. Así fue que empecé a escuchar más música entre las provincias y descubrí una versatilid­ad increíble. Competenci­a desleal –¿Te cabe la etiqueta “vieja escuela”?

–En algunas cosas, sí. Sobre todo porque mi forma de hacer radio está heredada de El tren

fantasma (Omar Cerasuolo) y de Piso 93 (Rafa Hernández). Rafa es un capo en eso de generar magia al aire sólo con su voz... En realidad, la radio no se ha reconverti­do demasiado porque, esencialme­nte, sigue siendo algo que te hace compañía desde la música, una voz cercana y el humor, según lo que necesite el oyente. En todo caso, ha cambiado el contexto en el que su consumo está inmerso: antes, un programa de radio competía con la tele; después, con otro programa de radio; y hoy compite con una pestaña… Y es muy difícil competir contra una pestaña. Una pestaña que es desde Netflix, Spotify y la campaña de Boca hasta la gracia que te hace un gatito. Nadie tiene la necesidad de esperarme a mí a que le ponga un tema de Led Zeppelin. Ahí está el desafío también. Tratar de dar algo que resulte interesant­e en tiempos en los que googleás “música nueva” y te saltan un montón de opciones. –¿Tenés algún método para lograr una buena entrevista? –Creo que no aprendí a entrevista­r. No soy un gran entrevista­dor.

Me gustaría serlo más adelante. Quizás, el hecho de ser músico me ayude a generar empatía, pero eso no garantiza nada. Lo mejor de la entrevista es aquello que puede servir para la entrevista que viene. Quiero decir, trato de sacar al artista del lugar común del disco, de cómo lo hizo. Valen más los motivos anímicos detrás de la obra… A veces, buscando eso te encontrás con gente que es más válida como interlocut­ora. –¿Estás en una banda ahora?

–Tuve bandas hasta 2001 y luego decidí no tocar más. Años después, muchos me han invitado porque sabían que era músico y salió bastante bien. Y ahora, unos amigos me invitaron a su sala, fui a tres ensayos y me sentí energizado. Luego pintaron algunas fechas, lo cual me ha energizado mucho. Volví a tocar de manera regular, pero no me importa grabar. Quiero tocar en vivo y hacer la música “linda”, de acuerdo con mi modesta considerac­ión… No vas a encontrar mucho estribillo en Free Anguila. No es igual que a los 20, pero…

Hoy, un programa de radio compite con una pestaña. y es muy difícil competir con una pestaña.

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(prensa Vorterix)

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