La Voz del Interior

Corazón y lucidez: celebració­n de María Elena Walsh

- Alejandro Mareco Crónicas en penumbra amareco@lavozdelin­terior.com.ar

Era como si las voces brotaran desde todos los rincones de una penumbra tan espesa que se parecía a la oscuridad. A golpes de vocales que soltaban su estremecim­iento desde diversas alturas y colores, se iban armando consonante­s las palabras de una canción entrañable, de esas que llevamos en el corazón.

Todas las voces eran la voz de María Elena Walsh, y la larga, siempre blanca estela de sus creaciones. Y en el centro de la pequeña luz del escenario, Gustavo Maldino aportaba la suya y, sobre todos, sus manos, sus brazos, para conducir la ola cantada entre las sombras.

Ese fue el momento de Oración por la Justicia: “Señora de ojos vendados,/ con la espada y la balanza/ a los justos humillados/ no les robes la esperanza./ Dales la razón y llora/ porque ya es hora”.

La noche del sábado había empezado más temprano en el teatro San Martín (le seguía un domingo de votar), y el público que había colmado la sala (quedó incluso bastante gente sin poder entrar) había encontrado desde el vamos las emociones que había ido a buscar. Pero cuando el centenar de coristas dejó la escena y sigilosame­nte se distribuyó entre la platea, la cazuela y el paraíso, no sólo fue la sorpresa la que sobrecalen­tó los aplausos, sino también la consistenc­ia de las voces en la penumbra.

“María Elena Walsh (para adultos)” se llamó el espectácul­o pensado y dirigido por Gustavo Maldino, que bebió de varias fuentes musicales para materializ­ar su intención de convocar la lucidez y el sentimient­o de la gran autora argentina, siempre vivos y necesarios.

Para empezar, los coros: Meridiano y de la Facultad de Arquitectu­ra (UNC), ambos dirigidos por él, y del de la Facultad de Ciencias Agropecuar­ias (UNC), que conduce Sandra Leoni.

Los coristas ingresaron a escena vestidos de personajes del presente y de otros tiempos, dándole a la apertura una acción inesperada y aun alcanzando algunas pistas de la gente de la que se alimentan las canciones que vendrían.

Ya estaban los talentosos músi- cos que apuntalarí­an la banda sonora: Juan Carlos Tolosa (piano y arreglos), Fernando Bobarini (bajo), Daniel Soria (guitarra) y Esteban Gutiérrez (percusión).

Luego, en rojo y negro, asomarían las sobresalie­ntes solistas: Cuca Becerra y Mery Murúa. Cada una tuvo un momento de soledad bendecido por sus voces y su manera de decir la luz que tenían en sus labios: Como la cigarra, Cuca, y Endeche española, Mery.

Mientras, Clelia Romanutti hizo su contribuci­ón creativa a la puesta, en la que también participar­on, de blanco y cantando, las niñas Morena y Francisca, mellizas, hijas de Gustavo y Cuca.

Pasaron canciones bellas, muchas susurradas por la gente, que se hicieron oír de un modo claro y con la intención resuelta: Balada de mariposas, Postal de guerra, Los ejecutivos, Serenata para la tierra de uno... algo así como una docena.

Fue larga la celebració­n de lo vivido: duró más allá del último bis. La propuesta no tiene fecha de reposición, pero la merecen muchos que no estuvieron: fue uno de esos momentos luminosos que a veces se encienden en la ciudad.

Fecundidad persistent­e

La reunión de la palabra de María Teresa Andruetto, escritora nuestra, y las melodías y la voz de Guadalupe Gómez, cantante nuestra, alcanzó un estado de sensibilid­ad tan persistent­e y conmovedor que no hubo manera de sustraerse de la fecundidad ofrecida.

Sucedió el viernes por la noche en Cocina de Culturas. Interior

con naranjas fue un concentrad­o recorrido por poemas de María Teresa, a los que les puso música Guadalupe, quien fue su alumna en un taller literario.

Pero no estaban solas: el delicioso piano de Clara Presta profundizó la intensidad de los climas, mientras que las imágenes especiales de Maru Aparicio subrayaron la narración.

Fue una noche de delicada escena, habitada por la cierta quietud de dos protagonis­tas (Guadalupe y Clara, mientras María Teresa dijo poemas entre el público), bajo las luces tenues de Mariano Villegas.

GUSTAVO MALDINO DIRIGIÓ EL ESPECTÁCUL­O PRESENTADO EN EL SAN MARTÍN, CON 100 CORISTAS, MÚSICOS Y CANTANTES SOLISTAS.

 ??  ?? Sensibilid­ad de la palabra. El sábado, tres coros, músicos y cantantes se reunieron con la dirección de Gustavo Maldino.
Sensibilid­ad de la palabra. El sábado, tres coros, músicos y cantantes se reunieron con la dirección de Gustavo Maldino.
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