Un proyecto solidario ayuda a bajar la repitencia en la escuela
El proyecto ya lleva cuatro años en el Ipem 342 de Laguna Larga. Los alumnos de primer año reciben apoyo extra de los propios docentes. Cuando comenzó la iniciativa, la mitad de los chicos se quedaba de año. En 2016, apenas tres tuvieron que repetir. Gran
La enorme cantidad de estudiantes que repetían en primer año preocupaba a directivos y docentes de la escuela Ipem 342 René Favaloro, de Laguna Larga. Y de esa inquietud surgió el proyecto de Madrinazgo y Padrinazgo con el que están revirtiendo la situación.
El programa, en el que docentes adoptan a uno o más estudiantes de primer año para apoyarlos durante todo el año escolar, se empezó a aplicar en 2014. Según directivos, desde entonces son cada vez menos las alumnas y los alumnos que repiten.
El salto de la primaria a la secundaría suele ser difícil. La clave, revela la directora del colegio, Nancy Tissera, es estar cerca de los chicos. “De eso se trata: de acompañarlos durante todo el año”. Con esta fórmula, en apariencia sencilla, confían que podrán eliminar la repitencia, o por lo menos reducirla al mínimo. Y no están lejos.
“El año pasado sólo tres estudiantes se atrasaron. En 2012 la mitad de los chicos de primer año eran repitentes”, cuenta Marianela Mare, profesora de Inglés que participa de la iniciativa.
Tissera afirma que los buenos resultados empezaron a verse desde el inicio, en 2014. Y los números que arrima lo confirman: “En los últimos tres años aumentó la promoción al último día de clases y al final del ciclo en más de un 20 por ciento”.
Menos deserción
Además, aseguran que lograron disminuir la deserción escolar y el paso al segundo año con materias previas. También creen que una buena experiencia al comienzo del nivel medio puede servir para transitar sin tantas dificultades los demás años. “Lo estamos empezando a notar”, dicen.
La escuela, que cuenta con dos primeros años, tiene cerca de 200 estudiantes. Las madrinas y padrinos son los mismos docentes, que asumen el compromiso de ayudar a uno o varios estudiantes durante todo el año. ¿De qué manera? Escuchándolos y atendiendo sus necesidades.
Los encuentros con los alumnos se dan, por lo menos, una vez a la semana, la mayoría de las veces dentro de la escuela, cuenta Paola Bonfigli, profesora de Lenguas. “Trabajo mucho en la autoestima de ellos”, apunta.
El acompañamiento también consiste en controlarles las carpetas y en el seguimiento de las notas. Muchas veces –sostienen las docentes–, el vínculo excede lo escolar y les permite abordar otras problemáticas con los estudiantes.
“Para los padres es una tranquilidad contar con nosotras. Ellos apoyan desde la casa”, subraya Sandra Tissera, profesora de Historia y Geografía.
Los estudiantes también dicen que los favorece. “Me ayuda a levantar las materias que tengo sin promedio”; “Me sirve porque a veces en casa no tengo con quién hacer la tarea”; “A mí me sirve para no sentir tanto el cambio entre el primario y el secundario”; son algunas de las opiniones que pueden oírse en el aula.
Para los padres es un alivio contar con la madrina. Flavia es mamá de un alumno que pasó a segundo año y asegura que el proyecto ayudó a reforzar la relación entre ella, su hijo y la escuela. “Sería bueno implementarlo en los otros cursos también”, opina.
La idea, dicen en la escuela, es aprovechar a algunos docentes que no pudieron ser ubicados en aulas y quedaron con horas disponibles, para ampliar el acompañamiento a estudiantes con dificultades de otros años, más allá de los de primer año.
Para los Padres es una tranquilidad contar con nosotras. ellos aPoyan desde casa. Sandra Tissera, profesora de Historia el año Pasado, sólo tres estudiantes se atrasaron. en 2012 la mitad de los chicos de Primer año eran rePitentes. Marianela Mare, profesora de Inglés