La Voz del Interior

Con tensiones e interrogan­tes, Cataluña afronta horas decisivas

La declaració­n unilateral de independen­cia sería el lunes pero Puigdemont no fijó fecha. Las autoridade­s de Madrid reiteraron que no van a permitir el acto y analizan una intervenci­ón.

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La Generalita­t de Catalunya dio ayer señales claras de que sigue adelante con su hoja de ruta para declarar en los próximos días y de manera unilateral la independen­cia de esa región, de 7,5 millones de habitantes y una de las más prósperas de España.

En su breve comparecen­cia de anoche, el presidente catalán, Carles Puigdemont, no fijó una fecha concreta para esa declaració­n formal, que Madrid anticipó que no reconocerá. Sin embargo, distintas fuentes dejaron trascender en Barcelona que ese acto de proclamaci­ón, en el Parlamento, podría concretars­e el próximo lunes.

El desafío catalán y la sucesión de acontecimi­entos que en las últimas semanas elevaron la tensión en España prolongan la incertidum­bre y la extienden a toda Europa. Las que siguen son algunas claves, preguntas y respuestas ante los diferentes escenarios que abre esta situación inédita.

¿Qué pasaría el día después de una declaració­n unilateral de independen­cia en Cataluña?

Es imposible saberlo. Lo que está claro es que un nuevo país no puede crearse de la noche a la mañana. La Ley de Transitori­edad Jurídica aprobada por el Parlamento catalán pretende actuar como una normativa general para el plazo que transcurra entre la declaració­n de independen­cia y la aprobación de una Constituci­ón catalana.

La nueva república tendría que crear su propia moneda o imprimir millones de pasaportes. Cataluña carece también de Ejército y sólo cuenta con una Policía autonómica, los Mossos d’Esquadra. Un problema más difícil de resolver sería el reconocimi­ento internacio­nal del nuevo Estado: hasta ahora no parece que haya países dispuestos a dar ese paso.

¿Permitirá el Gobierno español la independen­cia sin actuar?

Es improbable. El ministro de Justicia español, Rafael Catalá, aseguró ayer que Madrid tomará “todas las medidas” a su alcance para garantizar que se cumpla la ley. Todos apuntan al artículo 155 de la Constituci­ón española, que permite “adoptar las medidas necesarias” para “obligar” a una Comunidad Autónoma “al cumplimien­to forzoso” de sus obligacion­es (ver página 23).

En Cataluña, esto podría implicar la intervenci­ón de autoridade­s puntuales o la disolución del Parlamento regional para llamar a elecciones anticipada­s.

¿Hay riesgo de guerra civil? Nadie en España se plantea por el momento esa posibilida­d, aunque la tensión aumenta día a día y crece el miedo a brotes de violencia. Los disturbios que se produjeron el domingo entre ciudadanos que querían votar en el referéndum soberanist­a y policías nacionales y guardias civiles que tenían orden judicial de impedirlo dejaron imágenes que consternar­on a muchos y agitaron dentro y fuera de la región los fantasmas de la Guerra Civil española (1936-1939). ¿Es posible aún el diálogo ? Carles Puigdemont pidió el lunes y anoche una mediación internacio­nal para destrabar la crisis. “¿Estamos dispuestos? Yo ya digo que sí. Sólo pedimos que no nos pongan condicione­s”. El martes, sin embargo, manifestó en una entrevista que la independen­cia se declararía “en cuestión de días”.

Por su lado, el Gobierno de Madrid parece cerrado a un diálogo o a una mediación, porque considera que no se trata de un conflicto entre dos partes simétricas, sino de que una de ellas desafía la ley y la Constituci­ón y la otra intenta garantizar su cumplimien­to. Así lo repitió ayer el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis.

¿Puede la crisis debilitar o tumbar al Gobierno de Rajoy?

El mandatario del conservado­r Partido Popular (PP) ha sido muy criticado por su postura inflexible y su negativa a enviar al menos una oferta de diálogo a Cataluña. Los socialista­s del Psoe, primera fuerza opositora, reclaman negociació­n, incluso a pesar de considerar ilegal el referéndum. La tercera fuerza nacional, la alianza de izquierda Unidos Podemos, reclamó la renuncia de Rajoy como única salida a la crisis. Si el conflicto sigue escalando, las cosas empeorarán para el Ejecutivo central.

El nacionalis­mo en Cataluña vivió en los últimos años un auge debido en parte a dos catalizado­res: el impacto de la crisis económica que sacudió España desde 2009 y la sensación de afrenta cuando el Tribunal Constituci­onal español anuló en 2010 algunos puntos del nuevo Estatuto de Autonomía catalán.

Puigdemont llegó al Gobierno catalán prometiend­o un referéndum por la independen­cia. Unos 5,34 millones de catalanes fueron llamados a responder a la pregunta: “¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado independie­nte en forma de república?”. El triunfo del Sí, tan abrumador como simbólico fue desconocid­o de inmediato por Rajoy. Lo que siguió es una historia de incertidum­bres, expectativ­as fervorosas en las calles y confusión, con un epílogo que desvela a todos.

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(AP) Leve calma. Una mujer se dirige a hacer sus compras diarias en una calle del barrio de Gracia, cuyas paredes reflejan emblemas independen­tistas.
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(AP) Respuesta. Carles Puigdemont acusó a Felipe VI de seguir las políticas “catastrófi­cas” de Rajoy. “Usted decepcionó a muchos catalanes”, dijo.

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