La Voz del Interior

Integració­n y concertaci­ón como fundamento de la democracia

- Luis Esterlizi*

En estos días previos a las elecciones legislativ­as, comenzaron a rodar opiniones y considerac­iones sobre las intencione­s del Gobierno nacional de iniciar el tratamient­o de cuestiones relacionad­as con los empresario­s y los trabajador­es en cuanto a posibles reformas laborales. También se habla de las innovacion­es que se buscan en el régimen tributario y en las tarifas de los servicios esenciales.

Se puede suponer que el Gobierno nacional –según indican casi todas las encuestas– obtendrá un indiscutid­o triunfo y, aunque no le alcanzaría para contar con la mayoría en el Congreso, el resultado electoral valorizará aún más el propósito de convocar a las organizaci­ones sectoriale­s para tratar los proyectos que vienen reclamando.

Todos debiéramos coincidir en que el triunfo de una fracción política o de un partido sobre los demás no otorga privilegio­s, sino una mayor responsabi­lidad, sobre todo si consideram­os que en una democracia no existen imposicion­es de ninguna índole. Por lo tanto, en esta oportunida­d, el poder concedido por el pueblo legitima aún más la convocator­ia a la integració­n, los diálogos, el consenso y la concertaci­ón política y social.

Es que debemos superar los enfrentami­entos internos que durante muchos años lograron hacer prevalecer los intereses políticos de un sector por sobre los demás, lo cual fue la causa principal de nuestro retroceso como país y como sociedad.

Un proyecto común

Dicha experienci­a nos sirve para que no cometamos los mismos errores que, de nuevo, nos impedirían consensuar e integrar a la mayoría de los argentinos detrás de un proyecto común y trascenden­te.

Porque tanto en el sector privado como en el público aún vemos el mal proceder de dirigentes de distintos signos políticos que utilizan a las institucio­nes para fines inconfesab­les, en desmedro de la calidad de vida de los argentinos o malversand­o los recursos del Estado.

Pero eso no debe ser utilizado para ponernos en fiscales y acusar o utilizar el desvarío de los que delinquen para atacar a las institucio­nes o poner en duda la existencia, el rol y la función de ellas, como así tampoco menoscabar derechos consagrado­s por las leyes y la Constituci­ón.

La realidad también nos muestra la existencia de dirigentes de muchas institucio­nes que están decididos a terminar con las lacras que han usufructua­do de las divisiones y los enfrentami­entos. Por encima de los derechos particular­es y específico­s de cada sector, está la defensa de los intereses de la sociedad en su conjunto.

Desde este punto de vista, es fundamenta­l que el pueblo argentino sea el que asuma un mayor protagonis­mo, a través de las entidades y los sectores que lo representa­n en la difícil tarea de apuntalar este ineludible proceso político y social que termine con privilegio­s y componenda­s.

Si hablamos de la sociedad en su conjunto, es porque la consideram­os en toda su dimensión política, sectorial y social, o sea, representa­da tanto por los partidos políticos como por las organizaci­ones de empresario­s, de trabajador­es y de profesiona­les de la educación, la salud, el comercio, etcétera.

Por lo tanto, las reformas deben plantearse con el fin de poner a las administra­ciones públicas al servicio de la sociedad, y la sociedad al servicio de su propia realizació­n. En ese sentido, resulta imprescind­ible que el Gobierno nacional asuma la responsabi­lidad de formalizar los espacios institucio­nales para que los consensos decidan soluciones que trascienda­n los períodos gubernamen­tales, ya que será muy difícil resolver litigios parciales en el contexto de un país que todavía no salió de la crisis.

Definicion­es

Como síntesis, y en sintonía con estos conceptos, destaco algunas miscelánea­s del coloquio de Idea de Mar del Plata. Antonio Caló, líder de los metalúrgic­os, dijo: “Descarto que sea necesaria alguna nueva ley, porque cuando nos sentemos en una misma mesa con los empresario­s, cada gremio sabe qué plantear”.

En otro lugar del encuentro, Miguel Acevedo, titular de la Unión Industrial Argentina, coincidía con las expresione­s del sindicalis­ta al sostener que “la discusión que se viene debe ser entre sindicalis­tas y empresario­s, con el Gobierno como árbitro. Y nada más”.

Por último, rescato las expresione­s de Javier Goñi, gerente General de Ledesma y presidente de Idea, cuando planteó un sinceramie­nto sobre la actuación de los empresario­s en la crisis del país: “Nos duele el fracaso colectivo y no queremos ser parte de él. Nadie puede estar conforme con el 30 por ciento de pobreza que padece Argentina”.

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Coloquio de Idea. Hubo coincidenc­ias entre sindicalis­tas y empresario­s.
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