La Voz del Interior

Robert Langdon, la mayor creación del escritor Dan Brown

El protagonis­ta de las novelas del autor estadounid­ense apareció en “Ángeles y demonios”, pero ganó masividad con “El Código Da Vinci”. Del papel pasó a las películas, siempre interpreta­do por el actor Tom Hanks. Acaba de editarse la nueva novela, “Orige

- José Playo jplayo@lavozdelin­terior.com.ar vida, ocio, sentidos.

Ángeles y Demonios, hasta que explotó El Código Da Vinci que la anatomía del protagonis­ta se mudó a las facciones del actor Tom Hanks para hacer nido en el cine. Ahora tenemos nueva novela de Brown, que se llama Origen, un libro que certifica que la máquina de inspirar películas sigue activa y corriendo.

¿Cómo definir a un personaje de ficción que se materializ­a en cada mente de cada lector de manera distinta? Si nos guiamos por las descripcio­nes que el propio autor ha regado en su literatura, bien podemos afirmar que Langdon es seductor, correcto, valiente, generoso, inteligent­e, soltero empedernid­o y con buen estado físico; además tiene muy buen humor y unos ojos azules como el mar coronando su metro ochenta de altura.

Al “Delfín” (así apodan al científico por sus habilidade­s con el waterpolo) le resulta fácil resolver problemas mentales, como si se tratara de un McGiver erudito que no se amilana ante los desafíos de la Historia. Nacido en 1964, el profesor de Harvard apareció por primera vez en pantalla en 2006, cuando la adaptación de El Código Da Vinci hizo que miles de lectores se pusieran a revisar iconografí­a religiosa. Y desde entonces no ha parado ni a tomar agua.

Vínculo claro

La ligazón de Dan Brown con Robert Langdon puede explicarse de muchas maneras, e incluso varios críticos venenosos hablan de la falta de talento del autor para salirse de la fórmula, tesis que apoyan en el hecho de que los libros no demuestran pericia narrativa.

Incluso se ha llegado a comentar que Dan Brown suele colgarse cabeza abajo, sujeto por los tobillos para romper los bloqueos creativos, lo que ha motivado muchas burlas. Hasta donde sabemos, para que las aventuras de Langdon sigan surgiendo, Brown utiliza un régimen marcial de escritura: arranca a las cuatro de la mañana frente a un reloj de arena, con el que pausa cada una hora para hacer gimnasia.

Igual los críticos de diferentes diarios norteameri­canos no le perdonan que haya vendido (sólo de El Código...) 80 millones de libros. Ni hablar de cómo les cayó que Ron Howard le pidiera la historia para trabajarla con Tom Hanks.

El destino de Robert Langdon parece ser el footing de sport elegante, que combina con la caza de acertijos y obstáculos para llevar su misión de turno a buen puerto.

En Ángeles y Demonios (2000) tuvo como ladera a Vittoria Vetra, hija de un científico asesinado, entonces la pareja tendrá una doble misión: atrapar al matador y de paso salvar al Vaticano de un atentado. Luego vino El Código Da Vinci (2003), en la que el científico fue acompañado por Sophie Neveu, que unió fuerzas para dar nada más y nada menos que con el Santo Grial. La siguiente aventura la vivió con Katherine Solomon en El símbolo perdido (2009); y en Inferno (2013), la alianza es con Sienna Brooks, médica que atiende a Robert tras un accidente.

Ahora es el turno de encontrar alguien que lo secunde (¿y lo enamore?) en Origen, que llevará a Langdon a Bilbao, más concretame­nte al Museo Guggenheim, donde –de acuerdo a los antecedent­es– puede pasar cualquier cosa.

Recordemos que los escenarios de las tramas de Brown son personajes en sí mismos, y tienen poder decisivo sobre el destino de los personajes, cosa que vimos en París con El Código Da Vinci, en Roma en Ángeles y Demonios y en Florencia en Inferno.

En la promoción del libro, la editorial adelanta que “el lector recorrerá escenarios como el Monasterio de Montserrat, la Casa Milà (La Pedrera), la Sagrada Familia, el Museo Guggenheim Bilbao, el Palacio Real y la Catedral de Sevilla”. Una literatura casi turística.

Si bien es cierto que el personaje de Robert Langdon está lejos de otras grandes creaciones de la literatura mundial, hay que reconocer que tanto él como Brown encontraro­n un nicho que no hace más que reportarle­s beneficios.

Cabe preguntars­e si es pertinente juzgar la calidad literaria de una propuesta que parece virar siempre hacia el entretenim­iento, una literatura que no es jactancios­a y que da la sensación de estar escrita para pasar derecho al cine.

Un reconocido autor de sagas solía decir que lo importante de un libro no es lo que propone, sino lo que el lector hace con esa propuesta. Para Brown y para Langdon, eso parece estar muy claro.

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En la pantalla. Tom Hanks interpreta a Langdon en las películas.

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