La Voz del Interior

“Me arrepiento de no haber mandado antes a mi hija a estudiar acá”

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“Es muy difícil tomar la decisión de enviar a estudiar a una hija adolescent­e a otra provincia, lejos. Pero es la única opción que tenemos: la educación en Santa Cruz es un desastre”, cuenta Eugenio Ierman, un cordobés de Villa Dolores que vive en Las Heras ( a

130 kilómetros de Caleta Olivia, en la provincia de Santa Cruz), con su esposa, de Santa Rosa de Calamuchit­a, y sus dos hijas.

La familia anotó a la mayor, de

16 años, en el colegio 25 de Mayo de la ciudad de Córdoba para que curse quinto año en 2018, ante la enorme pérdida de clases en la provincia patagónica.

“Con nuestra hija van otras tres chicas más. Una amiga manda a dos hijas al Claret, otros amigos se fueron a Potrero de los Funes y muchos, a Comodoro Rivadavia. El año que viene se van a cerrar muchos cursos en Santa Cruz”, asegura Eugenio.

En Córdoba tienen familiares y amigos, y los padres viajarán todas las semanas a Córdoba.

Un año menos en tres

El hombre explica que el año pasado las clases empezaron a mediados de junio y este año una parte arrancó en julio. “El ministro de Educación reconoció que en tres años los chicos han perdido un ciclo lectivo completo”, indica Ierman.

Hoy, la actividad sigue a medias. “No hay paro, pero hacen retención de servicios. No dan clases”, subraya Eugenio. Su hija menor, en la primaria, no tuvo una sola semana completa en lo que va del año. La anterior, sólo asistió el viernes.

“Al Gobierno no le interesa la educación y los gremios avanzaron con sus ganas de no trabajar. Ya no podemos esperar más. A veces pienso que fallamos en no haberla mandado antes a Córdoba”, opina.

Eugenio asegura que la calidad de la enseñanza en la provincia sureña es “deplorable” y pone como ejemplo su excelente experienci­a como alumno del Garzón Agulla en Córdoba. Hoy, Eugenio es contador.

“Lo que aprendí en el Garzón Agulla me permitió entrar a la facultad y desenvolve­rme en el mundo con el inglés del colegio. A mi hija mayor el profesor de Matemática­s le dice que no le enseña el ' común denominado­r' porque es muy complicado”, remarca.

La familia aspira a que su hija continúe estudios universita­rios y para ello necesita estar preparada. “Los chicos han perdido el incentivo de ir a la escuela. Dicen: ‘ para qué voy a ir si no hacemos nada’”, sostiene. Las dos chicas asisten a profesores particular­es para no retrasarse tanto. “Hemos perdido muchísimo tiempo”, apunta el padre.

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