La Voz del Interior

Laresisten­cia deJosefina alas gaseosas “light”

- Laura González En primera persona lgonzalez@ lavozdelin­terior. com. ar

“Si a mí me aseguran que la Coca light no sube de precio y la común sí, no lo dudo: compraré las light y nos tendremos que acostumbra­r”, dice Josefina. Tiene 40 años, es mamá de dos varones, y un vínculo casi adictivo con las gaseosas cola. Pero ella no cuestiona su costumbre. Vive en Villa Urquiza y en su casa la Coca se festeja.

“A veces no importa lo que comemos; porque con la gaseosa, los chicos tienen energía”, dice. Ha escuchado que no es tan sana, pero no está segura. Se consuela sabiendo que en el colegio, donde almuerzan los chicos, toman agua. La botella de litro y medio cuesta en el barrio 60 pesos, sea light o no.

Y lo será más si efectivame­nte se aprueba el proyecto que esta semana presentó el ministro de Finanzas, Nicolás Dujovne, que contempla aplicar impuestos internos del 17 por ciento a las bebidas azucaradas.

Estas bebidas hoy ya están pagando ese impuesto, pero con una alícuota del ocho por ciento. Ahora sería nueve puntos más. La divisoria de aguas era la inclusión o no de jugo natural, en un logro que otrora conquistar­on las economías regionales. La Pritty, por ejemplo, que contiene jugo de limón ( o la Fanta, que tiene naranja) pagan una alícuota del cuatro por ciento. Las colas, que no tienen jugo, ocho.

Ahora se deja de lado ese esquema – atención: las fábricas podrían reemplazar el jugo, que es caro, por sintéticos– y la divisoria de aguas está en función de si tienen o no tienen azúcar. El tema es materia de debate: ¿ son los edulcorant­es artificial­es realmente menos nocivos? En la industria de las gaseosas, claramente con intereses en juego, aseguran que no.

Argentina lidera el consumo mundial de bebidas azucaradas, con un promedio de 131 litros por persona al año. Una lata de la gaseosa más popular ( 330 cm3) tiene 139 calorías y 35 gramos de azúcar, es decir, 4,5 sobres de los que Córdoba prohibió que queden a la vista en la mesa de los bares. En hogares de clase media, media acomodada y alta, es mayoría el consumo sin calorías, fruto de un mayor acceso a la informació­n, más dedicación en el cuidado del cuerpo y del bienestar en general. En los sectores más populares, el azúcar no es visto como disvalor; al contrario: es percibido como una fuente de energía.

EN LOS SECTORES MÁS POPULARES, EL AZÚCAR NOES VISTO COMO DISVALOR; AL CONTRARIO: ES FUENTE DE ENERGÍA. EN LOS SEGMENTOS ALTOS SE CONSUME “LIGHT”.

No está claro si el azúcar es más o tan nociva como los edulcorant­es. Tampoco está claro si el aumento del precio correrá la demanda de la bebida azucarada a la de bajas calorías. Si se quiere promover el consumo saludable, ¿ por qué no se avanza también con la industria de las galletitas, por ejemplo, que además de azúcar agrega harinas refinadas y grasas saturadas? ¿ O la de las golosinas y snacks? ¿ Son demasiado grandes?

Una buena medida hubiera sido penalizar a la industria de las bebidas por el no reciclado de los envases, por ejemplo. Apenas el 20 por ciento de los envases se recupera y se reinserta en otro circuito industrial: el resto se tira a la basura. Pero “tirar” no es gratis: además del impacto ambiental, hay costos logísticos de traslado, enterramie­nto y recuperaci­ón que los ciudadanos pagamos con nuestros impuestos.

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( LA VOZ) Líderes mundiales. Argentina es el país que más gaseosas toma.
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