Trump enoja al mundo árabe
Fuertes cruces tras el reconocimiento por parte de EE.UU. de Jerusalén como capital de Israel.
Con una osada incursión en una de las cuestiones más complicadas y sensibles de la política internacional, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó ayer una decisión unilateral que ya produjo los primeros rechazos e incidentes y tiene un potencial explosivo. Pese a la críticas y a peticiones internacionales, el jefe de la Casa Blanca reconoció ayer a Jerusalén como la capital de Israel y anunció el traslado de la embaj da de Estados Unidos a esa ciudad tres veces milenaria.
Lo que el actual Gobierno de Washington consideró como un mero “reconocimiento de la realidad” puede provocar una grave escalada de la violencia en Medio Oriente y poner punto final al estancado proceso de paz entre israelíes y palestinos.
Ayer, casi al unísono, la prensa estadounidense, think tanks en Washington y expertos negociadores en el conflicto alertaron sobre un aspecto clave: un país que pretende erigirse como mediador independiente y creíble no puede apoyar a una de las partes.
Y eso es precisamente lo que acaba de hacer Trump, incluso aunque deje margen para el traslado de la embajada a Jerusalén: echar por tierra un capital construido durante décadas de política exterior estadounidense, dañar de manera fatal la credibilidad del país.
La Casa Blanca, sin embargo, lo ve de otra forma: el conflicto está tan estancado que la acción del presidente no es otra cosa que la aper-
tura de una ventana de oportunidad distinta.
Pero todo parece indicar que Washington se ha quedado solo en esa teoría, a excepción de Israel, que saludó efusivamente la decisión del magnate.
Los desafíos de Trump son ahora múltiples: además de “vender” su decisión como viento fresco a las negociaciones, deberá limitar los daños, frenar una posible ola de violencia y presentar una clara estrategia sobre la forma en que concibe una solución de paz.
El propio Trump siempre fue claro al hablar de la cuestión de Jeru- salén. Ya en marzo de 2016, cuando era candidato republicano a la presidencia, anunció al lobby proisraelí Aipac en Washington esa medida, de la que se mostró orgulloso, y también lo prometió en campaña.
Su actitud de ayer lo confirma como un líder que cumple sus promesas y así lo valoran la Iglesia Evangélica en Estados Unidos y grandes donantes como el millonario judío Sheldon Adelson. Para él, Jerusalén es una cuestión muy sensible.
La Casa Blanca insiste en que para Trump la paz en Medio Oriente sigue siendo muy importante: por eso pidió a su yerno Jared Kushner que siga negociando, aunque el mentado plan de paz no estaría aún listo.
Y para no irritar totalmente a los palestinos, Trump siguió anunciando ayer su apoyo a una solución de dos estados, como hicieron los expresidentes Bill Clinton, George W. Bush o Barack Obama. Pero no está claro cómo puede compatibilizarse esa postura con su anuncio de la tarde de ayer sobre Jerusalén.
Euforia de unos, ira de otros Con los planes de Trump, los miembros del Gobierno religioso y derechista israelí se sienten respaldados en su intransigencia sobre la cuestión y ayer reaccionaron con euforia a los anuncios.
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, lo consideró un apoyo a la “identidad histórica y nacional” de Israel, mientras que el servicio secreto celebraba la jornada como un “día histórico”.
Por el contrario, los palestinos se mostraron indignados y ven a Trump como un provocador de caos. El principal negociador del proceso de paz, Saeb Erekat, consideró que Estados Unidos ha perdido su credibilidad como mediador del proceso y destruido cualquier posibilidad de una solución de dos estados. En tanto, la política Hanan Ashrawi alertó incluso del peligro de una “guerra de religión” en la región.
“En un momento en que la región (...) necesita un avance, nuevas negociaciones de paz, llega (Trump) y comienza un nuevo capítulo de confusión, anarquía y desfiguración de una solución de dos estados”, decía el enviado palestino en el Reino Unido, Manuel Hassassian, a la BBC.
Para Hassassian, la declaración de Trump equivale a una declaración de guerra. “Ha declarado la guerra a 1.500 millones de musulmanes y a cientos de millones de cristianos”.
ES UNA DECISIÓN QUE DEBERÍA HABERSE TOMADO HACE TIEMPO. MUCHOS PRESIDENTES NO LO HICIERON, QUIZÁ POR FALTA DE VALENTÍA.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos
AGRADECEMOS AL PRESIDENTE TRUMP SU VALENTÍA. CUALQUIER ACUERDO DE PAZ DEBE INCLUIR COMO CAPITAL DE ISRAEL A JERUSALÉN.
Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel
EE.UU. HA DECIDIDO VIOLAR TODOS LOS ACUERDOS. SUS ACTOS MARCAN UNA RETIRADA DE SU PAPEL DE APOYO AL PROCESO DE PAZ.
Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina
NO HAY UN REGALO MÁS HERMOSO NI ADECUADO, CUANDO ESTAMOS CERCA DE LOS 70 AÑOS DE LA INDEPENDENCIA DEL ESTADO DE ISRAEL.
Reuven Rivlin, presidente del Estado de Israel
NUESTRO PUEBLO ES CAPAZ DE INICIAR UNA REVOLUCIÓN. PALESTINA Y JERUSALÉN SEGUIRÁN SIENDO ÁRABES E ISLÁMICAS.
Ismail Haniye, líder de Hamas, el grupo palestino que gobierna Gaza
Con el anuncio de ayer, Trump ha conseguido algo que pocas veces ocurre en la región: que incluso los grandes enemigos en el mundo musulmán hablen con una sola voz. La potencia sunita Arabia Saudita condenó el plan del presidente norteamericano igual que su archirrival Irán.
“Jerusalén es la eterna capital de Palestina”, fue ayer uno de los hashtags más utilizados en Twitter en el mundo árabe.
Trump provoca también a sus más estrechos aliados del mundo árabe, Jordania y Arabia Saudita. Con este último, Trump escenificó una mejora de relaciones diplomáticas tras el enfriamiento vivido con su predecesor Obama.
Sin embargo, el diario The New York Times había informado de un supuesto plan presentado por el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman que retomaría la vieja propuesta de convertir Abu Dis, en la margen oriental de Jerusalén, en capital de un futuro Estado palestino.
Washington se arriesga a perder influencia en el mundo árabe. Ya juega un papel secundario en Siria, donde Rusia tomó el mando.
DEBE RESPETARSE EL STATU QUO. JERUSALÉN ES UNA CIUDAD ÚNICA, SAGRADA PARA JUDÍOS, CRISTIANOS Y MUSULMANES.
Papa Francisco, máxima autoridad de la Iglesia Católica
EL ESTATUS DEBE SURGIR DE NEGOCIACIONES DIRECTAS. NO HAY ALTERNATIVA A LA SOLUCIÓN DE DOS ESTADOS, NI PLAN B.
Antonio Guterres, secretario general de la ONU
ESTA DECISIÓN DE EE.UU. VIOLA EL DERECHO INTERNACIONAL Y LAS RESOLUCIONES DE LA ONU. DEBEMOS EVITAR ACTOS VIOLENTOS.
Emmanuel Macron, presidente de Francia
TENDRÁ PELIGROSAS REPERCUSIONES EN LA ESTABILIDAD Y EN LA SEGURIDAD DE LA REGIÓN Y DEMOLERÁ EL PROCESO DE PAZ.
Abdala II, rey de Jordania
NO ESTAMOS DE ACUERDO CON LA DECISIÓN DE EE.UU. CREEMOS QUE ES DE POCA AYUDA PARA LA PAZ EN LA REGIÓN.
Theresa May, primera ministra del Reino Unido