La Voz del Interior

Entre la prevención y el cuidado personal

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La muerte de un hombre de 35 años por intoxicaci­ón con éxtasis en una fiesta electrónic­a que se desarrolló en el complejo Forja, en la ciudad de Córdoba, renovó el debate sobre las responsabi­lidades propias y ajenas que deben sopesarse frente a un fenómeno en expansión.

A la par de examinar este caso específico y mensurar los daños irreversib­les que produce en el organismo el consumo de este tipo de sustancias, también habrá que enumerar con objetivida­d que el negocio de las drogas en nuestro país superó límites imaginable­s y que excede el entorno de los encuentros multitudin­arios en formato electrónic­o.

Pese a los avances en la lucha contra el narcotráfi­co que se observa casi a diario en procedimie­ntos que dejan cuantiosos embarques de droga incautada, el Estado no pudo todavía derribar el muro detrás del cual se guarecen los llamados mercaderes de la muerte a gran escala.

Habrá que concluir, entonces, que mientras en las reuniones electrónic­as pululan los vendedores de drogas sintéticas, en los sectores sociales menos favorecido­s los chicos se derrumban por el consumo de basuras como el paco.

También es pertinente señalar que no habrá prevención estatal exitosa mientras quienes concurren a una fiesta como la que hoy es noticia por la muerte del joven rosarino Pablo Rielo, en la madrugada del domingo pasado, no tomen las prevencion­es para evitar lo impensado; es decir, el indispensa­ble autocuidad­o.

Rielo es el tercer muerto por consumo de éxtasis en una fiesta electrónic­a en Córdoba en los últimos tres años.

En todos esos episodios fatales, la controvers­ia hizo foco en si la asistencia médica fue perentoria, si la Policía actuó conforme a lo establecid­o en estos casos o si la batería logística que puso en marcha la empresa organizado­ra del evento fue la adecuada (si bien uno de los hechos trágicos ocurrido en 2014 fue en una fiesta no autorizada).

Son muchos los interrogan­tes, pero resulta cuestionab­le que las fuerzas de seguridad tomen nota de la venta de éxtasis en un espectácul­o con inusual aglomeraci­ón de gente recién una vez que hay una persona intoxicada.

También es verdad que las medidas de prevención serán inocuas mientras no haya una toma de conciencia de los participan­tes a esas fiestas, en resguardo de su integridad, dado los efectos letales que tiene el éxtasis.

La regla es conocida: si alguien vende droga, es porque hay quien la consume. Es el circuito que debe cortarse con la presencia del Estado y con la cuotaparte de quienes acceden a esos tóxicos en la creencia de que unas horas de esparcimie­nto serán más divertidas.

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