La Voz del Interior

El derecho a desconfiar

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La recolecció­n de datos para una futura auditoría –encargada por el Consejo de la Magistratu­ra de la Nación– arrojó un dato que, más que preocupaci­ón, causa alarma: casi el 50 por ciento de las investigac­iones por supuestos hechos de corrupción están demoradas.

El estudio se enfoca en la actuación de los jueces de Comodoro Py, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba), pero los casos bajo análisis trasciende­n, sin dudas, la esfera de la capital del país.

Por esa sede judicial desfila una gran cantidad de exfunciona­rios nacionales, empresario­s y personajes reconocido­s, y el estancamie­nto de las causas se convierte en un elemento que conspira contra la credibilid­ad de la Justicia.

En nuestra provincia, los casos de corrupción denunciado­s corren un camino similar.

Existen gruesas críticas al fuero Anticorrup­ción por su inacción o falta de reflejos a la hora de avanzar en las causas que están bajo su órbita.

En el caso cordobés, se dan fuertes cuestionam­ientos por parte de representa­ntes de partidos o frentes políticos de la oposición ante la falta de acción de los magistrado­s de ese fuero, creado durante la administra­ción del exgobernad­or

José Manuel de la Sota.

En el caso de la auditoría encargada por el Consejo de la Magistratu­ra nacional, esa demora se debe a la abulia, la impericia o al tráfico de influencia­s y la manipulaci­ón política, según indicaron fuentes judiciales al diario La Nación.

En la sede judicial de Comodoro Py, se abrieron más de mil expediente­s por casos de corrupción.

Son casos en los que están involucrad­os funcionari­os, exfunciona­rios y empresario­s que, en la mayoría de los casos, prestaron declaració­n indagatori­a, previo a haber sido imputados. Sin embargo, el 46 por ciento de estos sumarios están pendientes de resolución.

Los casos se elevan de modo drástico, al 77 por ciento, cuando se analizan los expediente­s cuyos imputados o denunciado­s no fueron citados a declaració­n indagatori­a. Esto quiere decir que en esta situación se da un hecho casi vergonzant­e: el juez ni siquiera convocó a los involucrad­os. No hizo nada.

Un juez es la garantía final de libertad y de protección de los derechos de un ciudadano. Y si ese juez es moroso para resolver este tipo de causas, a ese ciudadano de a pie le asiste el derecho a desconfiar.

Este tipo de informes golpean con razón el prestigio del Poder Judicial. Hoy la independen­cia de los magistrado­s está bajo la lupa de la sociedad, pero los sospechado­s parecen ni siquiera tomar nota de una situación que atenta contra la independen­cia de los poderes del Estado.

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