Premiada.
En 1999, Stella partió en busca de otros horizontes. Enamorada, llegó a Alemania. Allá se convirtió en diseñadora de moda. Ahora, en Córdoba, es distinguida por su trabajo.
La cordobesa Stella Maris Haefele se mudó a Alemania por amor, empezó a dedicarse a la moda y suma reconocimientos.
Stella Maris Haefele (48) es cordobesa y reside desde hace años en Alemania. Ahora volvió para participar del evento “Córdoba corazón de moda”, y recibió un reconocimiento a su trayectoria.
Su historia es muy especial. En 1999, desesperanzada por la situación del país, renunció a su trabajo como secretaria legal, juntó sus ahorros y dejó Córdoba para mudarse a Inglaterra. Su vida en Europa se repartía entre el trabajo y el estudio, y guardaba cada libra extra para poder volar a Argentina y visitar a su familia en Navidad.
En 2008 trabajaba como docente especial en Londres y, como cada diciembre, se disponía a viajar a Córdoba a pasar las vacaciones. Por una huelga, en Madrid le reprogramaron el tramo hacia Santiago de Chile para el día siguiente.
Con la bronca del momento, lejos estaba de imaginarse que ese vuelo torcería de nuevo su destino.
A su lado se sentó un alemán que no hablaba una palabra de inglés y menos de español. Ella nada sabía de alemán. Pero la comunicación trascendió los idiomas. “Fue una conversación por señas, le di mi correo electrónico y él me pasó el suyo. Él se quedó en Chile porque iba a hacer trekking”, cuenta. Stella siguió su viaje hacia Córdoba y en ese intercambio de cortesía había cerrado el asunto.
Ya se había olvidado del encuentro cuando en febrero recibió un correo electrónico de Albert (63), escrito en inglés. En el intercambio de correos con este ingeniero civil, divorciado y con dos hijos, acordaron que en agosto viajaría a conocer Londres.
Ocho meses después de conocerse en un avión, se vieron por segunda vez. En el segundo piso de un bus turístico, mientras recorrían la ciudad del Big Ben, Albert le pidió casamiento, sin haberla besado nunca. “Fue alucinante, actuó como un caballero y le dije que sí”, cuenta Stella. Recién después vino el primer beso.
Se comprometieron en Londres, con los amigos de Stella como testigos, que poco entendían lo que estaba sucediendo. Pero ella no dudó: renunció a su trabajo y se mudó a Stuttgart con Albert. En enero de 2010 se casaron por civil en la ciudad de Córdoba, junto con la familia y amigos de Stella, que tampoco salían del asombro.
Pero la novela tenía otro capítulo. En Stuttgart debió buscar otra profesión: para ejercer la docencia necesitaba una pronunciación perfecta del alemán. Y se le ocurrió desempolvar un sueño adolescente: el diseño de moda. Comenzó a estudiar en Múnich y en Londres. Y optó por una plaza inusual como Nepal, en Asia, dejando de lado la meca europea.
En esa apuesta también le fue bien. Hizo un nombre en su rubro y sumó reconocimientos, al que ahora se sumó el de su Córdoba natal.